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Por fin los griegos, inferiores en n�mero y m�s d�biles, lograron una gran y estrat�gica victoria, pero hubo un problema. Dentro de poco, el senado en Atenas, a muchas millas del lugar de la batalla, iba a votar y ciertamente ratificar�a un tratado de tregua. En su desesperaci�n enviaron a un mensajero vestido con toda su armadura a correr las 27 millas para informar al senado de la victoria obtenida. Cuando el joven lleg� a Atenas, hab�a �corrido un Marat�n�. Se dice que, literalmente, corri� hasta caer muerto. En su agon�a, lo �nico que pudo decir a los atenienses antes de exhalar el �ltimo suspiro fue una sola palabra: ��Victoria!�. Llegamos hoy a la iglesia con los ecos del Domingo de Resurrecci�n resonando todav�a en los o�dos. Hemos visitado la tumba vac�a. Hemos escuchado las noticias alegres de la resurrecci�n. Ahora es el tiempo para que la iglesia env�e el mensaje al mundo. �Cu�l debe ser este mensaje? Yo quisiera sugerir una sola palabra: �Victoria! Desafortunadamente, esa verdad �nica no es tan evidente hoy para muchos, as� como lo fue inicialmente para los disc�pulos del primer siglo. No alcanzamos el vivir victorioso. Tenemos que aprender de nuevo a vivir la realidad de la resurrecci�n. Cuando otras personas observan mi vida, �estar� demostr�ndoles con ella la realidad de la resurrecci�n? A veces los eventos y circunstancias en nuestra vida se desarrollan de tal modo, que poder responder de manera positiva es todo un desaf�o. Eso tambi�n le sucedi� a David una y otra vez. Leer 2 Samuel 16:5-14 y orar Probablemente muchos de ustedes han o�do este �proverbio secular�, atribuido al presidente y ejecutivo de los almacenes �Home Depot�. Cada ma�ana en �frica, una gacela se despierta; sabe que tiene que correr m�s r�pido que el le�n, o estar� muerta. Cada ma�ana el le�n se despierta; sabe que tiene que correr m�s r�pido que la gacela m�s lenta, o morir� de hambre. Cuando sale el sol, m�s nos vale estar corriendo. �Qu� cuadro -- y tal vez m�s preciso de lo que a veces queremos admitir -- del mundo que habitamos! Empujar, empujar, empujar.... Correr, correr, correr.... Somos gente siempre ocupada, atareada, apresurada. Una revista hizo recientemente una encuesta con esta pregunta: �Cu�les son los indicios de que usted est� demasiado ocupado? Me siento cansado y malhumorado : 35% Mi vida de oraci�n sufre : 25% Descuido mi tiempo de lectura devocional : 21% Olvido la informaci�n rutinaria : 11% Olvido cuando se cumplen los plazos : 4% Mi familia olvida mi nombre : 1% Los compa�eros de trabajo me preguntan si muri� mi perro: 1% El asunto que quiero que consideremos esta ma�ana a la luz de la Escritura que acabamos de leer es �ste: En medio de un mundo que no espera a nadie y que nos mantiene tan ocupados, �c�mo estoy respondiendo yo a las personas que me irritan hasta no poder m�s? Miren cuidadosamente esta situaci�n de David (�aunque dudo que sea exactamente igual a lo que usted y yo estamos enfrentando!). Podemos aprender mucho observando la reacci�n de este hombre de Dios hacia Simei. -- Simei fue �un hombre de la familia de Sa�l.� -- �Comenz� a maldecir...� a David. -- �... y a tirarle piedras ... y polvo� -- David y todos los que le acompa�an llegan a su destino -- agotados.... Aunque Abisai pide a David que lo deje atacar a este �perro muerto� y que �vaya y le corte la cabeza�, �David no permite tal cosa! Entonces el escritor del libro usa una frase que para la mayor�a de nosotros es dif�cil de concebir. 2 Samuel 16:10 -- Pero el rey respondi�, �Esto no es asunto m�o ni de ustedes, hijos de Sarvia. Tal vez, el Se�or le ha ordenado que me maldiga. Y si es as�, �qui�n se lo puede reclamar?� La experiencia de David de comuni�n �ntima con Dios, desde hace mucho tiempo le ha ense�ado que, si el Se�or ha impulsado a Simei a maldecirle, nadie debe cuestionar el motivo, por vengativo o injusto que sea. El arrojar piedras y el maldecir e insultar a David no cesan. La persistencia de Simei en tan peligrosa actividad demuestra v�vidamente lo profundo de su enojo y frustraci�n. Consideren estos principios claramente reafirmados por este pasaje y en otros de la Palabra de Dios, sobre todo en los Evangelios: 1. No es necesario ejercer la autoridad en cada situaci�n. Hacer algo �solamente porque puedo hacerlo� no siempre es raz�n suficiente. Me encanta realizar alguna una tarea que contenga algo del �solamente porque puedo hacerlo�. Pero hay muchas �reas de autoridad que todos vivimos que nunca deben ser reducidas a ese nivel. El tomar una acci�n arbitraria con el prop�sito de promovernos, protegernos de la cr�tica o de cualquier otra cosa indeseable en la vida �solamente porque podemos hacerlo�.... No s� c�mo se sienten ustedes, pero a m� me gustar�a recobrar el tiempo que he gastado �protegi�ndome a m� mismo�. Esa autoridad que tenemos es algo que no debemos usar en toda y cada una de las situaciones. La historia de Simei no se ha acabado. Escuchen esto: 2 Samuel 19:18-20 � Vadearon el r�o para ponerse a las �rdenes del rey y ayudar a la familia real a cruzar el Jord�n. Cuando el rey estaba por cruzarlo, Simei hijo de Guer� se inclin� ante �l y le dijo, �Ruego a mi se�or el rey que no tome en cuenta mi delito ni recuerde el mal que hizo este servidor suyo el d�a en que Su Majestad sali� de Jerusal�n. Le ruego a Su Majestad que olvide eso. Reconozco que he pecado, y por eso hoy, de toda la tribu de Jos�, he sido el primero a salir a recibir a mi se�or el rey.� 2 Samuel 19:21 � Pero Abisai hijo de Sarvia exclam�: ��Simei maldijo al ungido del Se�or, y merece la muerte.� 2 Samuel 19:22-23 � David respondi�, �Hijos de Sarvia, esto no es asunto de ustedes, sino m�o. Est�n actuando como si fueran mis adversarios. �C�mo va a morir hoy alguien del pueblo, cuando precisamente en este d�a vuelvo a ser rey de Israel? Y dirigi�ndose a Simei, el rey le jur�: ��No morir�s!� Leer pasajes de la vida de David, como �ste, me recuerda una vez m�s por qu� �l ha sido llamado �un hombre conforme al coraz�n del Dios�. El mensaje de la cruz y el perd�n que Jes�s nos provee � la capacidad de perdonar que Jes�s nos da � queda todav�a en el futuro de la vida de David. Se alude a este perd�n en las sombras del sistema de sacrificios, pero queda a�n en el futuro. Sin embargo, parece que David ha alcanzado una relaci�n tan �ntima con Dios que ha saboreado lo que ha de venir � yo no tengo que ser la persona que resuelve el asunto. �C�mo debemos vivir en este d�a glorioso de la gracia que comenz� con la resurrecci�n de Jes�s? �C�mo estamos cumpliendo respecto al reconocer que el resolver el asunto no es normalmente nuestra responsabilidad? 3. Es posible que yo tenga que sufrir p�blicamente. �Ha observado usted que el dolor es m�s fuerte, cuando la acci�n contra usted sucede en p�blico � sobre todo en la presencia de personas que conoce? �Cu�dese especialmente en su manera de responder bajo esas circunstancias! Su testimonio est� siendo probado. Si usted siente un deseo irresistible de �arreglarlo todo�, de �aclarar el asunto�, lo m�s probable es que se debe a una inclinaci�n irrefrenable que todos conocemos bien de proteger nuestra reputaci�n � orgullo. Es interesante que es el orgullo lo que lleva a la destrucci�n (v�ase Proverbios 16:18) � no es la humildad. Fue p�blico el sufrimiento de David en este caso, pero �l lo dej� continuar. 4. Yo no tengo que tener �la �ltima palabra�. Recuerdo cuando nuestros ni�os eran m�s peque�os, chocamos muchas veces sobre esta ��ltima palabra�. No lo llam�bamos entonces �tener la �ltima palabra�; lo llam�bamos �contestar�. Y lo tratamos con varias formas de castigo, con todo, desde lavarles la boca con jab�n (!) hasta enviarlos a su cuarto por cierto periodo de tiempo. Todos comenzamos desde una edad muy temprana a querer tener la �ltima palabra, �verdad? David no era diferente. Deseaba tener la �ltima palabra tanto como lo deseamos usted y yo, y aun al final de su vida, vemos otra vez un peque�o ejemplo de esa lucha. 1 Reyes 2:8 -9 -- �Tambi�n enc�rgate de Simei hijo de Guer�, ese benjaminita de Bajur�n que me lanz� terribles maldiciones cuando me dirig�a a Mahanahim. Es cierto que, cuando fue al Jord�n a recibirme, le jur� por el Se�or que no le condenar�a a muerte. Sin embargo, no tienes ya por qu� perdonarle la vida. T� eres inteligente, y sabr�s qu� hacer con �l; aunque ya est� viejo, hazlo sufrir una muerte sangrienta.� Aunque David ha perdonado a Simei, lo que en verdad ha hecho es decirle, �Yo no voy a hacerle da�o.� Aquello que aqu� es evidente, es que nunca sinti� que Simei ten�a raz�n al hacer lo que hizo ese d�a hace tanto tiempo. Dios pudo haber usado esto para el bien de David, pero el instrumente que us� fue un hombre enojado y malvado al que David no puede mirar como enteramente inocente. Ahora, al final de su vida, David da instrucciones a su hijo Salom�n. En efecto, est� dici�ndole, �Yo cumpl� con mi parte del compromiso al no destruir a filo de espada a ese hombre. Pero ahora, no lo consideres t� como inocente. T� eres inteligente y sabr�s qu� se debe hacer con Simei -- quitarle la vida. Recuerde que todo esto ocurri� antes de la cruz, antes de la resurrecci�n. �No debe deducir de esto que usted puede nombrar a otras personas para que acaben con sus enemigos despu�s de que usted muera! Eso no es de ning�n modo el punto. El punto que nosotros como cristianos debemos hacer nuestro es que, aun cuando sea necesario que se cumpla la justicia contra alguien �que me hizo da�o�, la justicia no se cumplir� necesariamente �por mi mano�. Yo no tengo que ser la persona que lo lleva a cabo. Yo no tengo que arreglar cuentas con cada cual que me haya contrariado. No tengo que tener la �ltima palabra. 5. Tengo que saber cu�ndo es el tiempo para volver la otra mejilla. �Cu�ntas veces decimos, -- �Si �l no deja de decir eso, voy a ...�? -- �Si ella se comporta as� en mi presencia otra vez, voy a ...�? -- �Si alguien me trata de ese modo otra vez, voy a...�? Estaba conversando recientemente con un joven que yo s�, profesa ser cristiano. Es un joven, que no estoy diciendo que no es cristiano pero que demostr� claramente que tiene un punto d�bil. (Es f�cil siempre ver el punto d�bil de otros, �no es verdad?) �l dijo, �Yo soy ese tipo de persona que te tratar� bien si t� me tratas bien, pero si comienzas a meterte conmigo, sufrir�s las consecuencias.� Es una par�frasis, pero es esencialmente lo que estaba diciendo. Lastimosamente, es lo m�s lejos del camino de Jes�s que se puede llegar. Imitemos al que dijo: Mateo 5:38 � Ustedes han o�do que se dijo: �Ojo por ojo y diente por diente.� Pero yo les digo: No resistan al que les haga mal. Si alguien te da una bofetada en la mejilla derecha, vu�lvele tambi�n la otra. No estoy presumiendo esta ma�ana que sea una ense�anza f�cil. Tampoco finjo que sea siempre una decisi�n obvia que se debe hacer. Pero lo que s� estoy diciendo es que algunos de nosotros que decimos que somos seguidores de Cristo, por alguna raz�n parecemos no haber comprendido que hay veces y situaciones en nuestra vida cuando el volver la otra mejilla es la �nica cosa correcta. Tal vez esta historia para terminar el mensaje pueda poner nuestra �persecuci�n� en perspectiva y nos haga menos dispuestos a ejercer nuestra autoridad, resolver el asunto, tener la �ltima palabra � todas estas actividades para protegernos sin detenernos a preguntar qu� piensa Jes�s. ��Tengo ganas de matarte ahora mismo!� Christian Reader (Mayo/Junio, 2002) El 6 de enero del 1999, los rebeldes aterrorizaron la ciudad de Freetown, Sierra Leona, asesinando a la gente, quemando las casas y destruyendo la ciudad. Esa noche los soldados demandaron que sali�ramos de nuestras casas. Yo sal� y me par� junto al port�n. Mi familia estaba aterrorizada. Uno de los rebeldes sac� su bayoneta y me pinch� en el est�mago. ��Es usted el due�o de esta casa?�, me pregunt�. �Pues, vivo aqu�, le respond�. Mientras me hicieron caminar detr�s de la casa, le dije a su coronel, �Soy un pastor.� Hizo una mueca de desprecio. ��Ustedes � pastores pol�ticos!� Sac� su fusil, lo amartill� y lo puso contra mi pecho. �Tengo ganas de matarlo ahora mismo.� Yo sonre� y le dije, �Pero Jes�s le ama a usted. Yo quiero que usted conozca el amor de Dios. Quiero orar por usted.� �M�rchese,� me orden�. Al abrir la puerta de la casa, llam� con voz suave a mi esposa, �Querida, tenemos visitas.� Me volv� hacia los rebeldes y les dije, ��Quieren entrar?� Mi madre, de 95 a�os de edad, enferma con Alzheimers, vive con nosotros. Ella entr� en el cuarto donde estaba Oliva, mi esposa, El coronel levant� el fusil. ��Voy a disparar!� Yo le agarr� el brazo y le dije, ��No dispare!� Se calm�, entonces volvi� a Oliva. �Usted es una de esas personas pol�ticas que se creen mejores que los dem�s.� Ella no respondi�, pero yo le dije, �Quiero que usted sepa que Jes�s le ama, y quiero orar en las palabras que �l ense��. �Me lo permite?� �S� puede,� me dijo, y or�. Entonces el coronel pregunt�, ��Tienen arroz?� Oliva trajo arroz y un guiso para el coronel y su ayudante. Yo segu� habl�ndole de Jes�s. Qued� de pie, profundamente pensativo. Entonces me pregunt� con un tono desafiante. ��Puede su Dios perdonarme a m�? �Puede usted orar por m� para que su Dios me perdone?� Le dije, �De aqu� a dos mil a�os, usted y yo estaremos vivos. La pregunta es, ��D�nde estar� usted? �Estar� en el cielo o en el infierno? S�, mi Dios puede perdonarle a usted.� El coronel baj� el fusil y se sent�. ��No entiende usted que yo soy responsable de incendiar las casas? Si digo, �Esta casa va�, la casa va. Si digo, �Esta casa queda�, queda.� Despu�s de un rato, el coronel se levant� para salir. �No�, le dije, �no quiero que se vaya. Quiero orar por usted primero. �Qu� quiere usted que le pida a Dios?� �Pida que yo tenga una larga vida y buena salud,� respondi�. �Por favor, en reverencia a Dios, arrod�llese aqu� en el piso�. El coronel y su ayudante se arrodillaron en el piso con nosotros, la familia. Yo or� fervientemente. Cuando se preparaban para salir, les dije, �tenemos un estudio b�blico aqu� en nuestra casa todos los lunes por la noche. Les invitamos a venir.� Entonces, se fueron. El coronel de los rebeldes nunca asisti� a los estudios b�blicos. Dentro de una semana nuestra calle fue liberada por las Fuerzas Regionales del �frica Occidental. Nunca volv� a ver ni al coronel ni a su ayudante. Pero durante la semana despu�s de la visita del coronel y antes de la liberaci�n, los rebeldes volvieron para incendiar nuestra casa. Otras personas me dijeron que el coronel hab�a dicho a los rebeldes cuando se acercaban a nuestra casa, �Tienen que proteger esa casa. No quemen �sa.� Creo que Dios me libr� de la muerte para que continuara proclamando el evangelio. Uno de los mejores mensajes que jam�s he presentado fue al coronel y su ayudante. Citado: J. E. Modupe Taylor-Pearce, �Tengo ganas de matarle ahora mismo.� -- Christian Reader (Mayo/Junio, 2002) pp. 33-35. 1. No es necesario ejercer la autoridad en cada situaci�n. 2. No tiene que ser mi responsabilidad el resolver el asunto. 3. Es posible que yo tenga que sufrir p�blicamente. 4. Yo no tengo que tener �la �ltima palabra�. 5. Tengo que saber cu�ndo es el tiempo para volver la otra mejilla. 6Xe��   6 C H X \ ] � � � � � � � � � � # $ @ \ ] e o ~ � � � � � � �����������ɹ������������Ɉ�ɀxp�p�px�p�h-}�mH sH h��mH sH h>vmH sH hVqUmH sH h�?mH sH h�cIh+zMmH sH h�cIh�j�mH sH h�cIh�iumH sH h�)�mH 0sH 0h�j�mH sH h�)�mH sH h9 Y p q y z | } � � � � � � � � ' < A K k � � � � � �    �������������ŵŵŭ���赢�������w�o�o�h�mH sH h�-�mH sH h�l�mH sH h+zMh�WmH sH h�KAmH sH h�WmH sH hy�hy�mH sH h9vmH sH h9t=mH sH h�)�mH sH h�?mH sH h�umH sH +   % ( ] } ~ � � � � � � "0JYix�����������������RSm��<�������������������������Ƚ����������ȵ�����������hl�mH sH h�cIhmslmH sH h�cIh+zMmH sH hP,�mH sH hmslmH sH h�S�mH sH h2�mH sH h&r%h&r%mH sH h&r%mH sH h�-�mH sH h�WmH sH h�l�mH sH h_ �mH sH h�)�mH sH h�mH sH 1�����fnw���   ,04NPUZbx����������>?CFO�����������������������������������������������������ȥ�ȕȕ��h=0mH sH h�&�mH sH h!$4mH sH h��mH sH h�.�mH sH h�cIh+zMmH sH hZ'�mH sH h ;�mH sH h�)�mH sH h&r%mH sH hP&nmH sH h��mH sH hl�mH sH hP,�mH sH 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