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Pero Pedro lo levant�, diciendo: �Lev�ntate, pues yo mismo tambi�n soy un hombre. Hablando con �l, entr� y hall� a muchos que se hab�an reunido. Y les dijo: �Vosotros sab�is cu�n abominable es para un jud�o juntarse o acercarse a un extranjero, pero a m� me ha mostrado Dios que a nadie llame com�n o impuro. Por eso, al ser llamado, vine sin replicar. As� que pregunto: �Por qu� causa me hab�is hecho venir? Entonces Cornelio dijo: �Hace cuatro d�as que a esta hora yo estaba en ayunas; y a la hora novena, mientras oraba en mi casa, vi que se puso delante de m� un var�n con vestido resplandeciente, y me dijo: �Cornelio, tu oraci�n ha sido o�da, y tus limosnas han sido recordadas delante de Dios. Env�a, pues, a Jope y haz venir a Sim�n, el que tiene por sobrenombre Pedro, el cual se hospeda en casa de Sim�n, un curtidor, junto al mar; cuando llegue, �l te hablar�. As� que luego envi� por ti, y t� has hecho bien en venir. Ahora, pues, todos nosotros estamos aqu� en la presencia de Dios, para o�r todo lo que Dios te ha mandado. Entonces Pedro, abriendo la boca, dijo: �En verdad comprendo que Dios no hace acepci�n de personas, sino que en toda naci�n se agrada del que lo teme y hace justicia. Dios envi� mensaje a los hijos de Israel, anunciando el evangelio de la paz por medio de Jesucristo; este es Se�or de todos. Vosotros sab�is lo que se divulg� por toda Judea, comenzando desde Galilea, despu�s del bautismo que predic� Juan: c�mo Dios ungi� con el Esp�ritu Santo y con poder a Jes�s de Nazaret, y c�mo este anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con �l. Pedro hab�a crecido en una religi�n estricta. No s�lo le daba ideas muy fuertes sobre lo que era correcto y lo que estaba equivocado, tambi�n especificaba con quien pod�a asociarse y a quien evitar. Le dec�a lo que pod�a comer y lo que nunca deb�a comer. No obstante, en nuestra lecci�n b�blica, Pedro viola algunos de estos tab�es. Observamos indicios de que el compromiso f�rreo de Pedro hacia algunas de las estrictas reglas estaba flaqueando cuando leemos que era un invitado en la casa de Sim�n, un curtidor que viv�a junto al mar cerca de la ciudad de Jope (v. 32). Un curtidor era una persona que trabajaba con pieles de animales � de animales muertos, por supuesto � algo que ning�n jud�o de conciencia har�a. Igualmente, ning�n jud�o estricto aceptar�a la hospitalidad de un hombre as� que era considerado permanentemente impuro. Sin embargo, all� estaba Pedro, qued�ndose en la casa del hombre, aunque la profesi�n de curtidor lo aislaba del resto de la comunidad, siendo �sta probablemente la raz�n por la que viv�a junto al mar. William Barclay conjetura que quiz�s este curtidor era cristiano y Pedro estaba empezando "a ver que el cristianismo abol�a estas peque�eces y tab�es hechas leyes."1 Los l�deres de la religi�n jud�a en esos d�as ten�an pasi�n por las reglas y los reglamentos. Los Diez Mandamientos no les eran suficientes. Ellos desarrollaron reglas sobre reglas, ampliando los mandamientos en centenares de diminutas directrices, tocando casi toda conducta concebible. Por contraste, Jes�s era un apasionado de las personas. En una ocasi�n, Jes�s dijo, �No pens�is que he venido a abolir la Ley o los Profetas; no he venido a abolir, sino a cumplir" (Mateo 5:17). �l vino a darles significado. Mientras que los l�deres religiosos discut�an de minucias, Jes�s extend�a la mano a las personas. Por eso es que era necesario que Pedro se conectara con Cornelio. ��ste �ltimo estaba a punto de convertirse en el primero gentil (no jud�o) en recibir a Cristo en la era de la Iglesia Primitiva, abriendo as� la expansi�n del evangelio a todos, no s�lo a los jud�os! Analizando esta gran historia, descubrimos que Dios ve a las personas diferentemente de la manera que muchos seres humanos se han mirado hist�ricamente entre si. �l ve a las personas completamente. La tendencia en los d�as de Pedro, y en los nuestros tambi�n, es ver a las personas parcialmente. Es f�cil ver a las personas s�lo en lo que se refiere a su raza o su profesi�n o su nacionalidad. Dios vio Cornelio completamente. Cornelio era un centuri�n, lo que quiere decir que era un soldado profesional con la responsabilidad de un centenar de hombres. (Las palabras centuria y centuri�n son similares). Los centuriones formaban el espinazo del ej�rcito romano. Las Escrituras generalmente describen favorablemente a los centuriones como personas sensatas y sensibles en asuntos espirituales. Lucas nos habla de un centuri�n en Caperna�m que hab�a construido una sinagoga para los jud�os (Lucas 7:1.10). Mateo describe a un centuri�n que tuvo fe para creer que Jes�s pod�a sanar a su sirviente enfermo sin estar en la presencia actual del sirviente (Mateo 8:5.13). Un centuri�n protegi� a Pablo de soldados irracionales que intentaban matar a sus prisioneros (Hechos 27:42.43). Fue un centuri�n que dio el veredicto de que Jes�s era el Hijo de Dios (Mateo 27:54). Dios vio a Cornelio no s�lo como a un centuri�n, sino como un hombre temeroso de Dios tambi�n. Aqu� en Hechos cap�tulo 10, la Biblia lo describe como devoto, consagrado a la oraci�n, generoso con los necesitados (v. 2). Los jud�os lo respetaban (v. 22). Cuando Pedro vino a la casa de Cornelio, el centuri�n le mostr� reverencia (v. 25). Obviamente, el soldado ten�a hambre de saber m�s de Dios (v. 33). Dios tambi�n vio a Pedro, no s�lo como el gran pescador que era. Lo vio, no como un ap�stol de Jesucristo, aunque lo era tambi�n. Lo vio como un hombre inicialmente en conflicto, debido a la manera en que el Esp�ritu Santo parec�a estar extendiendo la mano a personas que no encajaban con las ideas preconcebidas de Pedro acerca de la manera en que Dios operaba. Y vio a Pedro como una persona ense�able dispuesto a cambiar. Si bien se necesit� una visi�n de Dios (Hechos 10:9.16), Pedro comprendi� el mensaje r�pidamente. Acept� prontamente a los sirvientes de Cornelio, aunque eran gentiles (Hechos 10:17.23). Viaj� r�pidamente a Cesarea, para reunirse con Cornelio y para compartir la verdad con �l y su casa (vs. 24.29). Dios ve cada parte de nosotros. �l nos ve como a hombres y mujeres; �l nos ve como hijos e hijas; �l nos ve como hijos y padres. �l nos ve en lo que se refiere a nuestra nacionalidad, nuestra herencia racial y �tnica, nuestras vocaciones y pasatiempos. �l sabe todo lo que hay que saber de nosotros. Ninguna parte de nuestra identidad escapa a Su visi�n escudri�adora. �Las buenas nuevas son que, vi�ndonos completamente, a�n as� nos ama! �l ve a las personas claramente. Cuando Pedro empez� a hablar a Cornelio y a los de su casa, �l admiti�, "En verdad comprendo que Dios no hace acepci�n de personas " (v. 34). Esto hace a Dios �nico, porque muchos de nosotros mostramos favoritismo. Para ser absolutamente sincero, yo soy bastante parcial con mis propios hijos y nietos. Nosotros podemos entender este tipo de prejuicio. Pero de lo que Pedro estaba hablando es que Dios no tiene favoritos cuando viene a dar Sus bendiciones. �l disfruta en bendecir a todos los que le responden. Cuando nosotros mostramos el favoritismo, es t�picamente porque tenemos segundas intenciones. Un pol�tico puede mostrar favoritismo patrocinando una legislaci�n favorable a una compa��a o a un individuo que fue generoso con �l durante su campa�a para ser elegido. Un empleador puede traer a su hijo o hija al negocio y promoverlos r�pidamente por encima de los otros, porque �l es parcial a su propia carne y sangre. Un oficial de la iglesia puede hacerse de la vista gorda cuando alguien transgrede las reglas de la iglesia porque la persona en cuesti�n tiene influencia o es un contribuyente fuerte. Pero Dios no muestra el favoritismo. �l ve a las personas diferentemente de otros que tienen una visi�n inferior. Dios nos ve claramente, no a trav�s de la lente del dinero, poder o lazos de sangre. Dios ve el valor de un alma. Al contrario de nosotros que vemos s�lo carne y sangre, Dios ve el valor intr�nseco del alma de un individuo. Gordon MacDonald habl� con un sur africano negro despu�s de uno de sus mensajes. El hombre admiti� que hab�a odiado a los blancos debido a la manera en que �l hab�a sido tratado cuando ten�a diecis�is a�os. �l y sus padres se hab�an detenido en una estaci�n de gasolina en �frica del Sur y entr� en el ba�o de hombres. No hab�a ning�n r�tulo indicando que los negros no deb�an usarlo. Sin embargo, unos minutos despu�s entr� un hombre blanco y lo sac� corporalmente, aunque el adolescente explic� que no hab�a ning�n r�tulo que le prohibiera que usara el ba�o. Cuando el hombre blanco lo empuj� fuera de la puerta, �l grit� al muchacho de diecis�is a�os: "Usted no es un hombre; usted es un animal." 2 Este vergonzoso tratamiento hab�a envenenado al hombre durante treinta y cinco a�os. Dios no nos ve como animales. �l nos ve como personas de valor. Dios ve el potencial de una persona. Desde que nosotros a menudo no vemos completamente a las personas como Dios lo hace, podemos limitar su potencial debido a nuestras ideas preconcebidas acera de ellos. Hace varios a�os, un hombre afro americano empez� a asistir a la iglesia d�nde yo serv�a de pastor. Despu�s de unas semanas, �l solicit� ser miembro. Asistir a esta iglesia completamente blanca era una cosa; la membres�a era realmente otra. Si se hiciera, �l ser�a la primera persona de color en ser admitido como miembro. Yo hab�a encontrado bastante prejuicio en esa comunidad para saber que eso podr�a causar olas de resentimiento. Yo lo llam� y le agradec� su solicitud. Le dije muy francamente que nosotros no ten�amos ning�n otro miembro afro americano (un hecho que estoy seguro era bastante obvio para �l), y me preguntaba por qu� quer�a un�rsenos. �l me asegur� que no estar intentando dejar un mensaje sin palabras o causar problemas. �l dijo, "Cuando vine la primera vez a la iglesia, sus miembros me dijeron que se alegraban de verme. Cuando sal�, dijeron que esperaban que regresara. Cuando volv�, dijeron que se alegraban de verme de nuevo. Yo aprecio ese tipo de calor y amigabilidad; ellos me hicieron sentir en casa." �l se hizo miembro y fue instrumental para ayud�ndonos a alcanzar a otras personas de color. Yo me alegro que nosotros no limitemos su potencial. Dios ve el sue�o en nuestros corazones. Las personas que nos rodean tienen sue�os de ser mejores de lo que son, de mejorar sus condiciones y llegar m�s alto. Sin embargo, a veces nosotros no reconocemos sus sue�os porque no los vemos claramente como Dios lo hace. Jes�s probablemente sorprendi� a Sus disc�pulos cuando les dijo, "Vosotros sois la sal de la tierra. . . vosotros sois la luz del mundo� (Mateo 5:13, 14). Y eso es exactamente en lo que ellos se convirtieron. �l sab�a que eran individuos a veces competitivos y mezquinos. Pero tambi�n vio los sue�os en sus corazones. Despu�s, en el poder del Esp�ritu Santo, ellos alcanzaron alturas mayores de las que ellos o nosotros hubi�ramos previsto basados en su conducta anterior. Usted tambi�n tiene un sue�o en su coraz�n. Dios lo ve y en Su poder usted puede cumplirlo. 3. �l ve a las personas compasivamente. Lejos de ejercer el favoritismo, seg�n Pedro, Dios acepta a los hombres y "en toda naci�n se agrada del que lo teme y hace justicia. " (Hechos 10:35). �ste no es un Dios que conserva la distancia. �l es un Dios que abraza calurosamente. �l acepta a las personas. Los l�deres religiosos del d�a de Pedro ten�an la tendencia de empujar a las personas lejos de s�. Jes�s atrajo a las personas. Sus disc�pulos aprendieron a responder a otros con amor y compasi�n, reflejando as� el esp�ritu del Salvador. Recientemente, visit� una iglesia reci�n plantada. En el almuerzo, habl� con una pareja afro americana que eran nuevos en esta congregaci�n racialmente mezclada. Les pregunt� lo que les gustaba de la iglesia. Ellos dijeron, "las personas aqu� son calurosas y amigables y tienen una actitud de aceptaci�n." Una mujer, en un pastorado anterior, ten�a una historia de ser una cristiana d�bil. Ella me dijo que nunca hab�a mantenido un andar consistente con el Se�or por m�s de dos meses. El pecado levantaba su horrible cabeza y ella se rend�a a sus tentaciones. Sin embargo, la directora de ministerios para mujeres empez� a pasar tiempo con ella, aconsej�ndola y anim�ndola, as� como haci�ndola responsable. En unos meses, vimos que se estaba fortaleciendo en Cristo. Ella hab�a encontrado a amigas que la miraban a trav�s de ojos de compasi�n. Otra mujer empez� a asistir a la iglesia despu�s de que su marido la hab�a divorciado, convirti�ndola en una madre sola con tres ni�os para criar. A trav�s de algunos conocidos oy� hablar de la iglesia. Empez� a asistir, hizo amigos nuevos, y encontr� que hab�a personas en el mundo a las que realmente le importaba. Ella me dijo, "yo no s� lo que hubiera hecho sin esta iglesia. Estas personas realmente me han mostrado amor." Una de las grandes oportunidades que nosotros tenemos como iglesia es mirar al mundo a trav�s de ojos de compasi�n, como lo hizo Jes�s. Cuando saludamos a las personas con aceptaci�n amorosa, hace un mundo de diferencia. Max Lucado cuenta una par�bola que le relat� un rabino que conoci� en un vuelo de una aerol�nea. En la par�bola, el presidente de una compa��a tiene su oficina en el piso superior de un rascacielos de Manhattan. La mayor�a de las personas no lo han visto, pero se conocen a su hija que trabaja para su padre en el mismo edificio. Desdichadamente, ella se aprovecha de su posici�n familiar haciendo demandas a las personas. Pide al guarda en la puerta delantera ir calle abajo a comprarle un pastel. Renuentemente, el guarda deja su puesto y hace como se le ordena. Entretanto �l est� pensando, "Si la hija es tan mandona, �qu� dice eso de su padre?" La hija se encuentra despu�s con una secretaria que lleva un mont�n de papeles. Deteni�ndola, la ordena olvidarse de su proyecto y que vaya en cambio a limpiar la oficina de la hija. Desde que ella es la hija del jefe, �qu� opci�n tiene la secretaria? La hija pasa por su d�a, comport�ndose de esta irritante y exigente manera. Ella nunca usa el nombre de su padre para mandar a las personas alrededor, pero la conexi�n es obvia: "Si ella es tan mandona, �qu� dice eso de su padre?" Ahora suponga que la hija sufre un cambio de conducta. Suponga, que en lugar de pedir que el guarda le traiga un pastelillo, ella le trae uno a �l. Suponga, que en lugar de pedir que la secretaria interrumpa lo que est� haciendo, ella la ayuda a hacer su trabajo. Ahora expresa preocupaci�n por las familias de los empleados, les trae caf� y generalmente saluda a todos con un esp�ritu de inter�s y bondad. Aunque no use el nombre de su padre, ahora las personas est�n diciendo, "Si la hija es tan bondadosa, �c�mo ser� el padre?" El rabino se�al�," Ellos no lo han visto. Ellos no lo conocen. Pero conocen a su hija y conocen su coraz�n." 3 Como hijos del Padre celestial, nosotros podemos reflejarlo positivamente o podemos dejar una impresi�n negativa de �l. Usted y yo tenemos la oportunidad de ser los embajadores de Dios en este mundo. Podemos ser Sus manos, Sus pies y Su voz. "As� que, somos embajadores en nombre de Cristo,� escribi� el ap�stol Pablo, �como si Dios rogara por medio de nosotros " (2 Corintios 5:20). Es maravilloso saber que Cristo es apasionado, no sobre reglas y procedimientos, tan importantes como son las pautas de Dios para nuestras vidas. �l es apasionado de las personas a quienes ve completamente, claramente y compasivamente. �Pero c�mo lo sabr�n otros a menos que nosotros nos acerquemos a ellos como Sus embajadores, trat�ndolos como �l los tratar�a y am�ndolos como �l los amar�a? SOBRE EL AUTOR El Reverendo Ronald C. McClung es Superintendente de Distrito del Distrito de Iowa-Minnesota de La Iglesia Wesleyana. Anteriormente, �l sirvi� durante 33 a�os como pastor de iglesias en Indiana, Michigan y Kansas. __________ 1 William Barclay, Los Hechos de los Ap�stoles, The Daily Bible Study Series (Philadelphia, Pennsylvania: The Westminster Press, 1976), p. 80. 2 Gordon MacDonald, La Vida que Dios Bendice (Nashville, Thomas Nelson Publishers, 1994), pp. 135-136. 3 Max Lucado, No se trata de m� (Nashville, Integrity Publishers, 2004), pp. 144-145. Serie Tem�tica�Semana Dos Declarando la Promesa de cristo Escrito por Steve Lennox Texto � Juan 4:1-26 Cuando, pues, el Se�or supo que los fariseos hab�an o�do decir: �Jes�s hace y bautiza m�s disc�pulos que Juan� (aunque Jes�s no bautizaba, sino sus disc�pulos), sali� de Judea y se fue otra vez a Galilea. Y le era necesario pasar por Samaria. Fue, pues, a una ciudad de Samaria llamada Sicar, junto a la heredad que Jacob dio a su hijo Jos�. Y estaba all� el pozo de Jacob. Entonces Jes�s, cansado del viaje, se sent� junto al pozo. Era como la hora sexta. Lleg� una mujer de Samaria a sacar agua; y Jes�s le dijo: �Dame de beber �pues sus disc�pulos hab�an ido a la ciudad a comprar alimentos�. La mujer samaritana le dijo: ��C�mo t�, siendo jud�o, me pides a m� de beber, que soy mujer samaritana?�porque jud�os y samaritanos no se tratan entre s�. Respondi� Jes�s y le dijo: �Si conocieras el don de Dios, y qui�n es el que te dice: �Dame de beber�, t� le pedir�as, y �l te dar�a agua viva. La mujer le dijo: �Se�or, no tienes con qu� sacarla, y el pozo es hondo. �De d�nde, pues, tienes el agua viva? �Acaso eres t� mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebieron �l, sus hijos y sus ganados? Jes�s le contest�: �Cualquiera que beba de esta agua volver� a tener sed; pero el que beba del agua que yo le dar� no tendr� sed jam�s, sino que el agua que yo le dar� ser� en �l una fuente de agua que salte para vida eterna. La mujer le dijo: �Se�or, dame esa agua, para que no tenga yo sed ni venga aqu� a sacarla. Jes�s le dijo: �Ve, llama a tu marido, y ven ac�. Respondi� la mujer y dijo: �No tengo marido. Jes�s le dijo: �Bien has dicho: �No tengo marido�, porque cinco maridos has tenido y el que ahora tienes no es tu marido. Esto has dicho con verdad. Le dijo la mujer: �Se�or, me parece que t� eres profeta. Nuestros padres adoraron en este monte, pero vosotros dec�s que en Jerusal�n es el lugar donde se debe adorar. Jes�s le dijo: �Mujer, cr�eme que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusal�n adorar�is al Padre. Vosotros ador�is lo que no sab�is; nosotros adoramos lo que sabemos, porque la salvaci�n viene de los jud�os. Pero la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorar�n al Padre en esp�ritu y en verdad, porque tambi�n el Padre tales adoradores busca que lo adoren. Dios es Esp�ritu, y los que lo adoran, en esp�ritu y en verdad es necesario que lo adoren. Le dijo la mujer: �S� que ha de venir el Mes�as, llamado el Cristo; cuando �l venga nos declarar� todas las cosas. Jes�s le dijo: �Yo soy, el que habla contigo. El abrasador sol del mediod�a ca�a sobre los cansados viajeros que atravesaban el monta�oso camino a Samaria. Los disc�pulos y Jes�s hab�an empezado temprano esa ma�ana camino a Galilea, antes de que el sol se levantara. Ahora quemaba furiosamente, calcinando el polvo del camino que se met�a en las gargantas de los hombres. As� que, cuando el pueblo samaritano de Sicar apareci� en la distancia a trav�s del reluciente calor, un suspiro audible de alivio surgi� de los labios resecados de los hombres, pues aqu� ellos se detendr�an a descansar y comer su comida del mediod�a. Como una media milla antes de la ciudad en el pozo conocido como de Jacob, Jes�s se sent� para descansar. �Vayan adelante �les dijo �l� Compren comida y agua y regresen aqu�. Yo quiero estar s�lo por un tiempo. Los disc�pulos se fueron al pueblo. El haber estado con Jes�s hab�a cambiado a estos hombres. Ellos no habr�an considerado entrar siquiera en un pueblo samaritano antes de conocerlo. Los samaritanos eran sus enemigos, mestizos, cuyos trasfondos y religi�n despertaban aversi�n y odio en los jud�os. No hac�a mucho tiempo que estos mismos disc�pulos habr�an dado grandes rodeos para evitar a los detestables samaritanos. Pero ahora, aqu� est�n, entrando en un pueblo samaritano para comerciar con sus antiguos enemigos. Quiz�s uno o dos de ellos pensaron: �Qu� diferentes se ve la gente desde que hemos estado con Jes�s." Su rabino, solo ahora, se asomaba por el antiguo pozo, dejando caer un peque�o guijarro, escuch� su sonido cuando dio con agua abajo. Entonces alz� Sus ojos hacia al camino que ven�a de Sicar y mir� a una mujer solitaria que caminaba despacio hacia el pozo. Sus ojos miraban el suelo, el gran c�ntaro de arcilla emperchado sobre su hombro, su t�nica recog�a la brisa caliente arremolin�ndose alrededor de ella. Era una mujer bonita o lo hab�a sido; el tiempo y la vida hab�an endurecido sus rasgos. Profundas l�neas marcaban su frente y las comisuras de su boca. Sus ojos oscuros, tentadores una vez, ahora miraban con una oscuridad profunda e intensa. Sus ojos se encontraron cuando ella cuando se acerc� al pozo, y Jes�s sinti� el filo y la agudeza de su breve mirada antes de que ella volviera los ojos. En esos primeros torpes momentos de silencio, el coraz�n de Jes�s se conmovi� sabiendo el dilema ante �l. Sus treinta a�os de educaci�n jud�a le hab�an ense�ado que deb�a verla como a una intocable; era una mujer, considerada por los jud�os como ciudadanas de segunda clase, una samaritana, una de los enemigos de los jud�os y una pecadora. Pero Sus ojos, enfocados con compasi�n divina, no vieron a una mujer samaritana y pecadora, sino a una criatura de Dios con un alma sedienta, tan seca y yerma como la tierra que pisaba, tan vac�a como el c�ntaro emperchado sobre su hombro, tan atrapada por el pecado y el dolor como el agua en el pozo de piedra donde estaban parados. Cuando ella alcanz� el pozo, alz� el pesado c�ntaro de arcilla de su hombro, lo descans� por un momento sobre las piedras, y entonces empez� a sacar el agua. Ella se hab�a sorprendido cuando lo vio all� sentado; nadie ven�a al pozo a esa hora del d�a, s�lo ella. Soslayadamente, ella estudi� a este extranjero. Era un hombre de aspecto com�n, nada fuera de lo corriente�y, sin embargo, hab�a algo acerca de �l. Jes�s la mir� como a alguien conocida. �l conoc�a su pasado. �l sab�a que caminaba esta distancia todos los d�as para evitar a las otras mujeres del pueblo. Jes�s conoc�a su s�rdido estilo de vida, sus seis amantes, su vida miserable y vac�a. Despu�s de que ella hab�a sacado el agua, Jes�s hizo una simple petici�n �Por favor dame de beber. Su pregunta la inmoviliz� por un largo y torpe momento. �C�mo pod�a �l, un hombre jud�o, hablarle a una mujer samaritana? Ella lo complaci�, pero cuando le daba el agua, le pregunt�: �T� eres jud�o y yo una mujer samaritana. �C�mo puedes pedirme de beber? �Su pregunta, aunque justa, fue hecha con una manifestaci�n de cinismo. Los hombres hab�an hecho demandas de ella durante a�os y ella siempre cumpli�, aunque cada vez con menos de ella en el arreglo. Aqu� estaba uno m�s que quer�a algo. Jes�s no contest� a su pregunta, sino a la sospecha. �Si conocieras el don de Dios, y qui�n es el que te dice: �Dame de beber�, t� le pedir�as, y �l te dar�a agua viva. Su cinismo ensordeci� sus o�dos para o�r lo que Jes�s le estaba diciendo y ella entendi� mal Su comentario sobre el agua viva. �l estaba hablando de verdades celestiales; su mente era tan dura como las piedras alrededor del pozo en que su c�ntaro de arcilla descansaba. Ella no oy� "agua viva" sino �agua corriente," otra manera de traducir la frase aramea. Con tono de burla ella pregunt�: � �De d�nde conseguir�s esta agua corriente? Nuestro padre, Jacob, s�lo ten�a este pozo para dar agua a su familia y su ganado. Si �l no pudo encontrar agua corriente aqu�, ciertamente tampoco t� podr�s. Jes�s oy� el cinismo y sinti� la animosidad y la acusaci�n en su voz, pero tambi�n vio m�s all� de su coraz�n herido e intent� de nuevo. �Todos los que beban el agua que yo les doy nunca tendr�n sed, de hecho, el agua que yo les doy se volver� en ellos una fuente de agua que salta para vida eterna. Una sonrisa sarc�stica de desprecio aflor� en sus labios y cualquier cosa que pudiera haber sentido inicialmente acerca de este hombre se marchit� en el desd�n. �l era un necio o peor, y no digno de su atenci�n seria. Pero antes de irse, por qu� no divertirse un poco con �l. �Dame de esa agua para que no tenga que caminar hasta aqu�, sacarla, beberla y volver a tener sed �El tono burl�n era inequ�voco. Ella casi pronunci� sus palabras ri�ndose, pero la risa qued� muerta en su garganta a Su contestaci�n. Jes�s, determinado en penetrar el muro para rescatar a esta mujer encarcelada, mir� directamente en sus fr�os y oscuros ojos y orden�: �Ve, llama a tu marido y regresa �Como un escalpelo Sus palabras cortaron profundamente en su enconado coraz�n. El color se le fue de su cara y sinti� un asomo de verg�enza; su verdadero ego hab�a sido expuesto de un modo que las chismograf�as nunca hab�an logrado. Al instante volvi� a lo que hab�a sido su sola fuente de protecci�n a lo largo de su dura y segura de s� misma vida, la indiferencia fr�a que rechazaba el desd�n de las mujeres, la manipulaci�n de los hombres y su propio profundo vac�o. La pared de piedra que por tanto tiempo le hab�a impedido sentir, compartir verdadero cari�o y amar, ahora se levantaba para resistirse y defenderse de este hombre de palabras cortantes y mirada penetrante. Ella rechaz� Sus avances, avances de un tipo muy diferente a los que ella estaba acostumbrada a recibir, del �nico que pod�a ablandar su coraz�n cori�ceo, el �nico que pod�a penetrar su pared y librarla de su fr�o encarcelamiento. Con los pu�os apretados y una voz tensa de miedo, enojo y desesperaci�n, ella contest�: �No tengo marido. Jes�s fue tras ella implacablemente. �Tienes raz�n cuando dices que no tienes marido. La verdad es que has tenido cinco maridos, y el hombre que tienes ahora no es tu marido. Lo que acabas de decir es la verdad. �C�mo se atrev�a a recordarle lo que ella sab�a tan bien? �C�mo lo sabr�a? �Qui�n le habr�a dicho? La mujer se sent�a como si la tierra se estuviera moviendo bajo sus pies y perd�a su equilibrio. Tante� hacia atr�s y encontr� una pared de piedra para apoyarse. Estas vislumbres de su verdadero ego, no importa cu�n breves, la hab�an hecho tambalearse. Ella siempre hab�a podido devolver el desd�n y rechazar el reproche. Este hombre con sus desconcertantes palabras y agudo reproche la hab�a agitado profundamente; a�n as�, �l parec�a ser la persona m�s segura que ella se hab�a encontrado jam�s. Ella quiso irse, huir lejos, pero sent�a que no deb�a�no, en realidad quer�a quedarse. D�bilmente, ella arm� otra defensa para desviar la abrasadora intensidad de Su presencia que se sent�a m�s fuerte que el sol a mediod�a. Ella encantar�a a este hombre llam�ndolo "profeta" y enviar�a la conversaci�n hacia un argumento teol�gico entre jud�os y samaritanos, lejos de la tambaleante torre en que �l la hab�a convertido. Por un momento, pens� que hab�a escapado pues el hombre hab�a tomado el se�uelo teol�gico y empez� lo que parec�a un argumento. Cuando �l continu�, sin embargo, algo se conmovi� profundamente dentro de ella como nunca antes hab�a sentido. Una puerta, cerrada con llave por mucho tiempo, estaba siendo forzada para que se abriera. No s�lo eran Sus palabras, sino algo m�s que trajo recuerdos olvidados hac�a mucho de amor, aceptaci�n y esperanza que se formaban en su alma. "Ese sentimiento extra�o que tuve cuando me le acerqu�, sus preguntas sondeando y sus penetrantes respuestas, Su atenci�n puesta en m�, tan diferente de cualquier hombre que he conocido, Su paciencia conmigo, una proscrita. �Podr�a ser �ste el Mes�as?" No se atrevi� a preguntarle. S�lo se atrevi� a arriesgar una declaraci�n. Si �ste fuera de verdad el Mes�as, �l sabr�a responder a la esperanza en su coraz�n. �S� que ha de venir el Mes�as; cuando �l venga nos declarar� todas las cosas. Y no fue defraudada. Hab�a encontrado a quien las barreras sociales, culturales eran cosas para ser ignoradas, para quien lo que m�s importaba era el amor de Dios por las personas. Hab�a encontrado al Mes�as, el que la miraba a � y el que nos mira hoy � no como el mundo, con juicio, sino como Dios ve, con amor y perd�n. Ella hab�a encontrado a Jes�s, el que derriba las barreras que nos separan unos de otros y de �l. Ella hab�a venido por agua pero hab�a salido con vida. Hab�a venido sin rumbo a este pozo y hab�a entrado en el redil del Buen Pastor. Hab�a llegado atrapada entre muros de piedra, como las piedras que rodeaban el pozo, y regres� una fuente de agua viva. Jes�s anunci� ser la fuente de vida al m�ximo (Juan 10:10); esta mujer lo encontr� fiel a Su palabra. Una mujer samaritana pecadora, hab�a venido con nada m�s que un c�ntaro vac�o. Cuando regres� hab�a encontrado a su Mes�as y se hab�a encontrado a s� misma. Quiz�s, como la mujer samaritana, usted se siente atrapado tras paredes de culpa y pecado. Usted ha intentado ignorar esas paredes pero no puede. Usted ha intentado escalarlas pero son demasiado altas. Usted no puede excavarlas porque son demasiado profundas. Usted se siente impotente, d�bil y atrapado sin escape. Jes�s quiere encontrarse con usted en su esclavitud y ponerlo en libertad. Todos lo que debe hacer es rendirse a Dios y reconocerlo como su Salvador. No importa lo que usted haya hecho para quedar atrapado. Jes�s puede darle la libertad. Algunos temen lo que est� m�s all� de sus paredes. Detestan estar confinados dentro de s� mismos, pero lo prefiere a enfrentarse con Dios y con otros. Jes�s lo encontrar� dentro de sus paredes, no para re�ir o recordarle su pecado, sino para darle la bienvenida a Su reba�o. Mire a esta mujer, corriendo con alegr�a, abri�ndose a los vecinos que la hab�an rechazado. �sta es la vida abundante, una vida de alegr�a, aceptaci�n y libertad. O quiz�s usted es un constructor de barreras. Sea en el nombre de la pureza o la seguridad, usted levanta paredes para dejar fuera a las personas. Quiz�s usted sienta que la santidad requiere que se separe de pecadores y extra�os, asumiendo que el contacto con tales personas trae corrupci�n. Jes�s no est� de acuerdo. Para ganarlos, �l fue a ellos. Si hubiera una ocasi�n en la vida que Jes�s debi� haber construido una pared entre �l y otra persona, ser�a en el pozo de Samaria. En cambio, nosotros lo vemos derribando esas paredes, a�n cuando la mujer se aferr� a las paredes como a su propia vida. La reconciliaci�n es el prop�sito para el que Jes�s vino a la tierra y fue asesinado. La conciliaci�n no es nada menos que despedazar esa gruesa pared, la m�s impenetrable de todas, la pared del pecado. Si un Dios santo y recto puede dar pasos costosos para quitar esa barrera, ciertamente nosotros no debemos erigir ninguna pared que nos impida alcanzar a un mundo perdido con el evangelio. Usted y yo nunca debi�ramos ser limitados por las barreras ni debi�ramos erigirlas tampoco; no mientras Jes�s �Dios en la carne que pas� Su vida derribando barreras�no mientras Jes�s sea nuestro Se�or. ACERCA DEL AUTOR El Reverendo Dr. Stephen J. Lennox es Presidente de la Divisi�n de Religi�n y Filosof�a en la Universidad Wesleyana de Indiana. �l es autor de dos comentarios y una introducci�n al Antiguo Testamento. Steve vive en Marion, Indiana con su esposa y dos hijos. Serie tem�tica� Semana tres DECLARANDO LOS PRINCIPIOS DE CRISTO Escrito por Ken Murphy Texto � Hechos 8:26-35 Un �ngel del Se�or habl� a Felipe, diciendo: �Lev�ntate y ve hacia el sur por el camino que desciende de Jerusal�n a Gaza, el cual es desierto�. Entonces �l se levant� y fue. Y sucedi� que un et�ope, eunuco, funcionario de Candace, reina de los et�opes, el cual estaba sobre todos sus tesoros y hab�a venido a Jerusal�n para adorar, volv�a sentado en su carro, leyendo al profeta Isa�as. El Esp�ritu dijo a Felipe: �Ac�rcate y j�ntate a ese carro�. Acudiendo Felipe, lo oy� que le�a al profeta Isa�as, y dijo: �Pero �entiendes lo que lees? �l dijo: ��Y c�mo podr�, si alguien no me ense�a? Y rog� a Felipe que subiera y se sentara con �l. El pasaje de la Escritura que le�a era este: �Como oveja a la muerte fue llevado; y como cordero mudo delante del que lo trasquila, as� no abri� su boca. En su humillaci�n no se le hizo justicia; mas su generaci�n, �qui�n la contar�?, porque fue quitada de la tierra su vida�. Respondiendo el eunuco, dijo a Felipe: �Te ruego que me digas: �de qui�n dice el profeta esto; de s� mismo o de alg�n otro? Entonces Felipe, abriendo su boca y comenzando desde esta escritura, le anunci� el evangelio de Jes�s Ganando amigos e influenciando a los vecinos Evangelizaci�n. Pocas palabras generan tanta admiraci�n y culpa al mismo tiempo entre la mayor�a de los cristianos. Si usted ha estado en la iglesia por poco tiempo que sea, es muy probable que haya o�do la palabra. Es decir, muchos de nosotros sabemos que se supone que debemos de �evangelizar" el mundo para Cristo, pero �qu� quiere decir eso realmente y c�mo lo vamos a hacer? Construyendo puentes y desarrollando relaciones con otros es una de las mejores maneras de compartir a Cristo eficazmente. La gente hoy tiene hambre espiritual y est� m�s abierta que nunca para hablar sobre la naturaleza espiritual de la vida. Sabiendo esto, �c�mo introduciremos a Dios en nuestras conversaciones, y c�mo invitaremos a nuestros amigos a entrar en una relaci�n personal con Cristo? Conexi�n personal con Dios. Hoy vamos a repasar algunos principios b�blicos de Hechos 8:26.35, donde encontramos a Felipe junto al camino enfrascado en una conversaci�n espiritual. El primer principio que vemos en este pasaje es que para compartir el amor de Dios con otros debemos tener nuestra propia conexi�n personal con �l. En el vers�culo 26 el Se�or dijo a Felipe: �Ve hacia el sur por el camino que desciende de Jerusal�n a Gaza, el cual es desierto�. Entonces �l se levant� y fue...� Dios dijo que fuera, y �l fue. Felipe no sab�a por qu� deb�a ir por ese camino y tampoco entend�a totalmente la agenda del d�a, pero fue fiel en ir y hacer exactamente como Dios lo orden�. Si nosotros queremos ser usados por Dios y deseamos que �l nos use para compartir las buenas nuevas de Su gran amor con otras personas, va a requerir que tengamos un esp�ritu receptivo y obediente. Requiere que estemos atentos para escuchar la voz de Dios cuando diga: " Este es el camino, andad por �l." �No es interesante que cuanto m�s cerca estamos conectados con Dios, m�s f�cil es o�r Su voz? El Se�or nos guiar�. El segundo principio es que el Se�or nos guiar�. El vers�culo 27 dice: �. . . Entonces �l se levant� y fue. Y sucedi�. . . .� Para compartir su fe, usted debe estar ya en la jornada. Fue mientras Felipe estaba en el camino que se encontr� al importante eunuco, oficial et�ope. En el camino Dios dirigi� a Felipe para que fuera a una ciudad particular. Ten�a un destino definido, pero el plan de Dios no era que Felipe llegara realmente a ese destino. Cuando ya estaba en la jornada, Dios lo encontr� en medio camino y le dio la oportunidad. Yo temo a veces que nosotros estamos tan preocupados con nuestro prop�sito final en la vida � nuestro destino � que no vivimos cada d�a totalmente. Es f�cil vivir por la mantra: �Cuando alcance mi pr�xima meta, entonces tendr� tiempo para ser usado de Dios o testificar." Entretanto, perdemos las oportunidades que Dios nos trae durante nuestro peregrinaje por la senda y la jornada de la vida. Yo he hablado con muchas personas que han hecho su ambici�n primaria alcanzar la cima de la compa��a y casi todo su tiempo, energ�a y recursos se consagran a esta meta. Los pocos que realmente llegan a la cima a menudo comprenden que es un lugar solitario. Los sacrificios que tuvieron que hacer en el proceso, frecuentemente los han dejado m�s vac�os que cuando empezaron. Por otro lado, mire a las personas que se comprometen y dicen: "Voy a disfrutar de esta jornada llamada vida y, por el camino, voy a disfrutar de las relaciones y las experiencias.�Cuando esta es nuestra actitud, le permitimos a Dios traernos muchas m�s oportunidades de vivir la vida totalmente y compartir las buenas nuevas con otros. Es asombroso ver cu�ntas oportunidades tenemos cuando empezamos a buscarlas. No diga: �Bueno, uno d�a . . . cuando tenga las cosas m�s bajo control, cuando termine los proyectos en la casa, cuando tenga tiempo para ir a presentarme con el vecino al lado, cuando est� un poco m�s seguro, pues no conozco la Biblia muy bien porque yo mismo soy un cristiano nuevo. . . . Un d�a . . . cuando vaya a un grupo de estudio b�blico, cuando pueda orar en voz alta y hablarle a alguno de mis sentimientos y mi fe, cuando yo crea que estoy listo para revelar mi secreto y testificarle a alguno de Cristo. . . .� Est� seguro que si usted vive la filosof�a de �un d�a,� ese d�a nunca vendr�. Empiece la jornada hoy. Empiece la aventura de andar por el camino que Dios le ha trazado, pero mantenga sus ojos, o�dos, coraz�n y mente bien abiertos para las experiencias, encuentros y relaciones que Dios tenga para usted. Estar en la jornada no tiene mucho que ver con el destino como con la respuesta a la pregunta: ��En qu� estoy volvi�ndome a diario, a qui�n estoy influenciando y con qui�n estoy viajando en esta jornada llamada la vida?" Piense �qu� hubiera sucedido si Felipe no hubiera sido obediente a Dios? �Qu� si Felipe no hubiera estado verdaderamente conectado con Cristo y no hubiera estado atento a la voz de Dios? Imag�nese si �l hubiera dicho: �Sabes, Dios, est� muy caliente hoy. No quiero transitar por ese camino; quiz� ma�ana." �Qu� si Felipe hubiera llegado al camino que Dios le hab�a indicado y (d�ndose cuenta que Gaza quedaba a un d�a de camino) comenzara a echarse carreras cortas con anteojeras puestas para impedir distraerse con lo que estaba sucediendo alrededor de �l? Uno de los l�deres m�s poderosos en todo Etiop�a quiz�s no hubiera o�do las buenas nuevas del evangelio de cierta manera que �l pudiera entenderlas y responder a ellas. La ley de la proximidad y la conexi�n. Esto nos lleva a un tercer principio para compartir su fe. Yo la llamo la ley de la proximidad y la conexi�n. En el vers�culo 29, Felipe est� en el camino y el Esp�ritu le dice: �Felipe, ac�rcate y j�ntate a ese carro.� Si usted quiere tener influencia en las personas y si quiere relacionarse con ellas, usted tiene que estar cerca, disponible y deseoso de acercarse a�n m�s. La ley de la proximidad y la conexi�n significa que usted tiene que acercarse a la persona demostrando un verdadero inter�s por �l o ella. Uno de los grandes desaf�os, as� como de las grandes tragedias de la iglesia hoy, es la tendencia a no comprometerse con la cultura en que vivimos. Desde los comienzos del �movimiento de santidad,� de la que es parte La Iglesia Wesleyana, hemos tenido que resistir la �mentalidad de retraimiento� en la vida cristiana. La tendencia de la Iglesia ha sido separarse del pecado del mundo invocando una mentalidad casi mon�stica. Con mucha frecuencia, nos hemos separado para no estar demasiado cerca del mundo en que vivimos por temor de que el mundo ejerza su influencia en nosotros. Lamentablemente, el lado opuesto tambi�n es verdad. Nosotros, la Iglesia, ya no estamos influyendo en el mundo. Cuando entablemos amistad con la gente, tenemos que comenzar en el lugar en que est�n ellos con sus cuestionamientos y necesidades. Podemos predicarles, pero si la gente est� con hambre, necesitan que les demos de comer primero. Si las personas est�n dolidas f�sicamente, alguien necesita estar all� para curar su herida. La manera de crecer e impactar una comunidad para Cristo es por medio de expresiones de compasi�n. El compartir efectivo manda que crezcamos en compasi�n hacia otros y comencemos a verlos como Cristo en Mateo 9:36�38, �Al ver las multitudes tuvo compasi�n de ellas, porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus disc�pulos: �A la verdad la mies es mucha, pero los obreros pocos. Rogad, pues, al Se�or de la mies, que env�e obreros a su mies�. Podemos ayudar a crecer una gran iglesia a trav�s de la direcci�n eficaz y un producto excelente. Pero impactaremos a una comunidad cuando establezcamos relaciones con los que est�n perdidos, dolidos y buscando. Las conversaciones espirituales empezar�n a ocurrir conforme seamos m�s compasivos y veamos a otros como Cristo los ve. La verdadera misi�n de la iglesia no es un edificio impresionante o congregaci�n grande�es cambiar al mundo para Cristo. Empezamos con nuestra propia vida, despu�s con nuestra familia y nuestra comunidad. �Por qu�? Porque est�n viviendo en la oscuridad, la luz est� brillando en la oscuridad, y la oscuridad no la dominaron (Juan 1:4). �C�mo conectar con las personas en conversaciones espirituales? De nuevo, empieza con nuestra propia relaci�n personal con Dios y con el ejemplo de Cristo. Examine los encuentros que Cristo tuvo con las personas a lo largo de la Escritura. Cristo siempre hizo preguntas que lo llevar�an al centro de lo que era importante para ellos. �l ya sab�a cada respuesta, pero Sus preguntas permitieron a las personas abrirse. Yo creo que las personas responder�n cuando nosotros les demostremos amistad genuina y nos interesemos por ellos. �sta no es una t�cnica de mercadeo. Muchos est�n en ventas y todos estamos conscientes de que hay ciertos principios de la venta eficaz�contacto directo de ojos y un apret�n de manos firme para nombrar un par�pero en lo que tiene que ver con la testificaci�n cristiana no funciona as�. Las personas esc�pticas o que est�n inquiriendo acerca de las demandas de Cristo lo est�n viendo a usted como un halc�n, y no les toma m�s de un segundo para distinguir entre los que simplemente est�n cumpliendo con las formalidades de los que aut�nticamente se interesan por ellos. No crea que con s�lo el acto de invitar a alguien y hablarles de Dios ya cumpli� con su deber. Conectar es cuando usted realmente se preocupa de otros al punto que le duele por dentro. A menos que usted haya orado para recibirlo y lo haya experimentado, usted no tiene idea alguna de lo que yo estoy hablando. No hay palabras que yo podr�a pensar para comunicar lo que se siente cuando usted empieza a ser quebrantado por la compasi�n hacia las personas alrededor de usted que est�n heridas, perdidas y no tienen todav�a una relaci�n personal con Jesucristo. Tambi�n quiero decirle que el Esp�ritu Santo nunca va a derribar la puerta de nuestro coraz�n para entrar m�s profundo en nuestras vidas. Nosotros debemos invitarlo a que tome dominio. Se requiere de un esp�ritu receptivo, abierto para andar por el camino que Dios nos ha trazado. Cuando tenemos Su esp�ritu, nos encontraremos orando por las personas. Nos encontraremos en una muchedumbre viendo a los ojos de las personas alrededor, buscando esa chispa de esperanza, una esperanza que es mayor de lo que este mundo es capaz de dar. Comenzaremos a conectar con la gente en las condiciones en que est�n, en su situaci�n, en su zona de comodidad. No les preguntaremos por su trabajo o donde viven o por sus ni�os como una t�ctica para lograr nuestras metas, sino que nos preocuparemos aut�nticamente por ellos y as� lo expresaremos. A trav�s de nuestra relaci�n, habremos ganado el derecho para empezar a hablar sobre asuntos espirituales. Yo tengo un vecino interesante. Nunca olvidar� la primera vez que nos encontramos. Max me dijo que se rumoraba en el vecindario que yo era un predicador. Yo le pregunt� si �l cre�a todos los rumores que o�a en el barrio. �l se ri� y entonces yo le dije que uno de esos rumores era verdad. �l procedi� a decirme que nunca habr�a una raz�n para que nosotros habl�ramos de religi�n o pol�tica porque �l era un agn�stico. Yo dije �est� bien, pero me gusta tu motocicleta. . .� y as� naci� nuestra amistad. Hemos sido amigos y vecinos ahora durante tres a�os; �l ha ido la iglesia dos veces desde entonces. Sin embargo, la ventana y la puerta de su coraz�n realmente se abrieron para hablar de verdaderos asuntos espirituales y de la vida por 45 minutos este verano en nuestros traspatios mientras tom�bamos un descanso, un descanso largo, de cortar el c�sped. A veces Dios pondr� a una persona en medio de nuestro camino, como con Felipe y el eunuco et�ope, pero m�s frecuentemente, es un proceso que lleva tiempo para edificar esas relaciones seguras en las que se puede dar el verdadero compartir. En el vers�culo 31, Felipe pregunta: ��Entiendes lo que lees?� El eunuco respondi�: ��Y c�mo podr�, si alguien no me ense�a?� As� que, invit� a Felipe a subir y sentarse con �l en el carro para que le ense�ara. Cuando las personas nos hacen preguntas, nos da derecho para compartir las buenas nuevas. Primera Pedro 3:15 dice: �Estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande raz�n de la esperanza que hay en vosotros.� Cuando las personas pregunten qu� hay de diferente en su vida, est� listo para darles un ejemplo, para compartir la raz�n por la que tiene esta esperanza, y h�galo con mansedumbre y respeto. 4. Comparta las buenas nuevas de la evangelizaci�n. El cuarto principio es simplemente compartir las buenas nuevas. Es lo que hizo Felipe. �l empez� explicando el pasaje que el eunuco ya estaba leyendo. Cuando las personas hacen preguntas, generalmente est�n buscando respuestas particulares. Sus preguntas son indicadoras de lo que es importante en sus vidas. All� es donde nosotros empezamos. Yo he pensado, y estoy seguro que muchos de ustedes tambi�n: "�Qu� les voy a decir?" Hay una peque�a oraci�n silenciosa, que hago a menudo en situaciones como esta. En silencio oro: �Amado Se�or, por favor dame las palabras correctas que decir y ay�dame a decirlas correctamente y en el momento oportuno.� �Y sabe que? He llegado a creer que cuando confiamos en Dios para que nos d� direcci�n, �l nos dar� las palabras que decir. Dios es fiel. Todo lo que tenemos que hacer es contar la diferencia que Dios ha representado en nuestras propias vidas. El resultado est� entre ellos y el Se�or. Para serle sincero, las �ltimas semanas ha sido un tiempo de prueba en la casa de los Murphy. Todos pasamos por tormentas en la vida. Para nosotros, empez� hace unas semanas cuando a uno de nuestros hijos de cinco a�os le extirparon las am�gdalas y los adenoides. Poco despu�s, el mismo d�a, empez� a sangrar y tuvimos que llevarlo nuevamente al Hospital de Ni�os para que detuvieran la hemorragia. Poco despu�s, mi suegra, que ha estado viviendo con nosotros durante alg�n tiempo, fue operada, y esta �ltima semana nuestro beb�, Peyton, que tiene ahora 5 meses termin� en la sala de emergencias en el Hospital de Ni�os donde lo admitieron alrededor de la una de la ma�ana con un inexplicado y doloroso salpullido. Estuvo tres d�as en el hospital. Todos estamos muy bien en casa ahora. En el correo esta semana, Serena recibi� una tarjeta especial. Quiero compartirle un poco de lo que dec�a porque es una historia que resume lo que quiere decir acerca de compartir y hablar del asombroso amor de Dios con los que no han tomado una decisi�n para Cristo todav�a. En la cara de la tarjeta dec�a CREA. Dentro estaba escrito el siguiente mensaje: �Serena, usted tiene hermanas en Cristo que oran por usted y su familia diariamente. Yo s� porque yo soy una de muchas. Nosotros podemos pararnos en la brecha por usted. Por favor h�game saber si hay algo m�s que pueda hacer. Quiero tener la oportunidad de ayudarla porque si no fuera por usted y Ken, yo no tendr�a la familia que tengo hoy. Su amistad es una verdadera bendici�n en mi vida. Con amor," y abajo firm� su nombre. Yo mir� a Serena al otro lado de la mesa de la cocina mientras sosten�a la tarjeta en mi mano y dije: "Serena, �sta es la raz�n por qu� nosotros hacemos lo que hacemos." La pareja que escribi� esta tarjeta no eran cristianos hace tres a�os, cuando otra familia de nuestra iglesia se mud� al vecindario. Comenzaron una verdadera amistad; convers�bamos de los ni�os, los deportes, intereses comunes. Un d�a se extendi� una simple invitaci�n. Al principio la madre y los ni�os vinieron a la iglesia solos. La madre empez� a decir cosas como: "No s� lo que hay en este lugar; me siento tan diferente cuando estoy en la iglesia y rodeada de otras personas de la iglesia. �Podr�an orar para que mi marido venga conmigo?" Pocos meses despu�s, �l vino a la iglesia por primera vez. Conforme conocieron a m�s personas, empezaron a involucrarse. Un d�a, tomaron la decisi�n de aceptar el precioso regalo de Dios, el perd�n, y consagrar sus vidas a seguir y vivir para Cristo. El siguiente verano, los dos fueron bautizados en nuestro servicio de bautismo al aire libre. La familia Murphy logr� tener una peque�a participaci�n en esta jornada espiritual. Ahora, tres a�os despu�s, esta familia est� conectada, involucrada, creciendo y sirviendo. Sus vidas fueron cambiadas para la eternidad, su matrimonio fue cambiado para la eternidad y su familia est� cambiando para la eternidad. Sus ni�os ser�n criados en un hogar fundamentado en los valores cristianos. El curso entero de sus vidas ser� para siempre diferente porque hubo personas que oraron, vivieron vidas aut�nticamente cristianas y estuvieron dispuestas a hacer su parte. Ahora, tres a�os despu�s, mi esposa y yo estamos recibiendo ministerio de personas que llegamos a amar y a ser testigos de su renacimiento espiritual. De esa manera funciona el Reino. Perm�tame preguntarle algo. �Le gustar�a a usted recibir una nota similar a esta en unos cinco a�os de ahora, de uno de sus mejores amigos o uno de sus compa�eros de trabajo que no conocen a Cristo hoy? Piense en eso. �Dios est� en el negocio de la transformaci�n de vidas! Su deseo es revolucionar el odio y la oscuridad en este mundo y hacer que todas las personas pasen de la oscuridad a la luz. La Escritura nos dice en 2 Pedro 3:15 que Jes�s no est� demorando injustamente su regreso como algunos pensar�an, sino que tiene tal compasi�n por Su pueblo que nos est� dando, a la Iglesia, un poco m�s tiempo para hacer lo que hemos sido comisionados y llamados a hacer. Dios nos quiere all� afuera para que empecemos a amar a las personas y a conectarnos con ellas en conversaciones espirituales. Los matrimonios est�n en la balanza, las familias est�n en la balanza, y la eternidad est� en la balanza. Cuando miro a esta congregaci�n, veo a personas cuyas vidas son ahora totalmente diferentes de lo que eran hace s�lo un corto tiempo. Alguien estuvo dispuesto a desarrollar una relaci�n con usted, para amarlo verdaderamente y testificarle a trav�s de su estilo de vida y conversaci�n. Ahora, usted puede hacer lo mismo para otros en nuestra jornada juntos por la causa de Cristo. ACERCA DEL AUTOR El Reverendo Kenneth W. Murphy es el Pastor mayor en la Iglesia Wesleyana de Cypress en Galloway, Ohio (un barrio residencial de Colombus). Previamente, Ken fue pastor plantador de iglesias para Red Cedar Community Church en Rice Lake, Wisconsin. El y su esposa, Serena, tienen tres hijos. Serie tem�tica� Semana cuatro DECLARANDO LA PROVISI�N DE CRISTO Escrito por Mark O. Wilson Texto � Juan 3:1-21 Hab�a un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, dignatario de los jud�os. Este vino a Jes�s de noche y le dijo: �Rab�, sabemos que has venido de Dios como maestro, porque nadie puede hacer estas se�ales que t� haces, si no est� Dios con �l. Le respondi� Jes�s: �De cierto, de cierto te digo que el que no nace de nuevo no puede ver el reino de Dios. Nicodemo le pregunt�: ��C�mo puede un hombre nacer siendo viejo? �Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre y nacer? Respondi� Jes�s: �De cierto, de cierto te digo que el que no nace de agua y del Esp�ritu no puede entrar en el reino de Dios. Lo que nace de la carne, carne es; y lo que nace del Esp�ritu, esp�ritu es. No te maravilles de que te dije: �Os es necesario nacer de nuevo�. El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido, pero no sabes de d�nde viene ni a d�nde va. As� es todo aquel que nace del Esp�ritu. Le pregunt� Nicodemo: ��C�mo puede hacerse esto? Jes�s le respondi�: �T�, que eres el maestro de Israel, �no sabes esto? De cierto, de cierto te digo que de lo que sabemos, hablamos, y de lo que hemos visto, testificamos; pero no recib�s nuestro testimonio. Si os he dicho cosas terrenales y no cre�is, �c�mo creer�is si os digo las celestiales? Nadie subi� al cielo sino el que descendi� del cielo, el Hijo del hombre, que est� en el cielo. Y como Mois�s levant� la serpiente en el desierto, as� es necesario que el Hijo del hombre sea levantado, para que todo aquel que en �l cree no se pierda, sino que tenga vida eterna. �De tal manera am� Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unig�nito, para que todo aquel que en �l cree no se pierda, sino que tenga vida eterna. Dios no envi� a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por �l. El que en �l cree no es condenado; pero el que no cree ya ha sido condenado, porque no ha cre�do en el nombre del unig�nito Hijo de Dios. Y esta es la condenaci�n: la luz vino al mundo, pero los hombres amaron m�s las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas, pues todo aquel que hace lo malo detesta la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean puestas al descubierto. Pero el que practica la verdad viene a la luz, para que se ponga de manifiesto que sus obras son hechas en Dios.� El 29 de julio de 1971, James Irwin logr� algo extraordinario. Yo dudo en serio que alguien aqu� esta ma�ana haya hecho la misma cosa. Todos los ni�os y las ni�as sue�an con ello �pero pocos, muy pocos lo han experimentado realmente. �Alguien desear�a aventurar una suposici�n acerca de lo que James Irwin hizo ese d�a? ��l fue la primera persona en manejar un veh�culo en la luna! Como comandante de Apolo 15, �l tuvo el privilegio de despegar rumbo a la luna y manejar el primer veh�culo lunar �algo parecido a un cuadriciclo de neum�ticos anchos para transitar en la arena. �Se puede imaginar usted lo que eso debi� haber sido? �Nada de embotellamientos de tr�nsito! �Ninguna se�al de alto! �Ning�n peat�n molesto! �Ninguna patrulla de carreteras! �Debi� haber sido emocionante! Probablemente, alg�n d�a har�n a Jim Irwin el "santo patr�n de los cuadriciclos." Mientras estuvo en esa misi�n hist�rica, Irwin dijo que nunca se hab�a sentido m�s cerca de Dios. Fue una experiencia profundamente espiritual para �l. Despu�s de alunizar y caminar en su superficie, �l pens�: " Este tiene que ser el evento m�s grande en la historia de la humanidad � �el hombre caminando sobre la superficie de la luna!" Pero entonces, la voz apacible de Dios habl� a su coraz�n y le dijo: "No, est�s equivocado. Esto es grande � �pero yo hice algo mejor! �Yo camin� en la tierra!" Irwin volvi� de su viaje tan profundamente impactado por este encuentro espiritual, que pas� el resto de sus d�as (los siguientes 20 a�os) sirviendo como ministro del evangelio. �Su m�s gran deseo era decir en todas partes a todos que realmente hay un Dios y que le importamos lo suficiente para caminar entre nosotros! Y esa, mis amigos, es la historia m�s grande que el mundo haya o�do jam�s �y es una historia verdadera; Una historia poderosa; Una historia que trae vida; Una historia que llena de esperanza. Esta historia es la raz�n por qu� nuestra iglesia existe hoy. �El Verbo se hizo carne y habit� entre nosotros.� S�lo piense en esto: �De tal manera am� Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unig�nito, para que todo aquel que en �l cree no se pierda, sino que tenga vida eterna.� (Juan 3:16). �Ese peque�o vers�culo condensa todo el poder del evangelio! Juan 3:16 ha sido memorizado m�s que cualquier otro vers�culo de la Escritura. M�s personas han venido a conocer a Jes�s a trav�s de este vers�culo que cualquiera otro. Cada ni�o que ha ido a la escuela dominical est� familiarizado con Juan 3:16. �Nosotros encontramos este vers�culo por todas partes! Usted probablemente lo ha visto en r�tulos de eventos deportivos y convenciones pol�ticas. Lo ha visto en las camisetas, carteleras en la carretera y en tarjetas de felicitaci�n. �Hay una cadena de comida r�pida que hasta lo ha escrito en el fondo de sus vasos de Coca Cola! �De tal manera am� Dios al mundo.� Este vers�culo es apreciado tan profundamente por tantas personas, porque contiene tanto evangelio en tan pocas palabras. El ex-capell�n del Senado, Richard Halverson, llam� a Juan 3:16 el "Texto �ureo de la Biblia: El evangelio en miniatura." Dios� la m�xima realidad De tal manera am�el m�ximo motivo Al mundo�el m�ximo campo misionero Que ha dado�la m�xima consideraci�n A su Hijo unig�nito�el m�ximo sacrificio Para que todo aquel�la m�xima gracia Que en �l cree�la m�xima respuesta No se pierda�el m�ximo rescate Sino que tenga vida eterna��la m�xima esperanza! Juan 3:16 es el m�ximo vers�culo en la Biblia, y nos recuerda el plan de la redenci�n de Dios. 1. Todo comienza con Dios. �Dios. . .� Juan 3:16 no intenta defender o explicar la naturaleza de la divinidad�s�lo comienza con �Dios. . .� La Biblia entera empieza as� tambi�n,"En el principio cre� Dios. . .� Todas las cosas empiezan con Dios. Demasiado a menudo en la vida, queremos empezar en otras partes. Empezamos con el problema. Empezamos con la pol�tica. Empezamos con opiniones personales. Pero �sa no es la manera de la Palabra. Todo comienza con Dios. �l es el Eterno, el fundamento de todo ser. �l es el primero y el �ltimo, el Alfa y la Omega. �Aparte de �l, no hay nada! Cuando se deja a Dios fuera, se est� desconectado de la misma fuente de la vida. En el principio�Dios En el final�Dios �Y Dios entre los dos! Usted no puede empezar en cualquier otra parte y terminar en el lugar correcto. 2. ��l nos ama hasta el final! �De tal manera am� Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unig�nito. . . .� ��l nos ama! �l nos ama hasta el final: un amor 100% que demand� el m�ximo sacrificio. Un d�a, una misionera en �frica estaba celebrando su veinticinco aniversario en el campo misionero. Una de sus primeras convertidas lleg� a su casa llevando un regalo: una enorme concha marina. Era una concha muy bonita �y la misionera sab�a que no ven�a del �rea local. � �D�nde conseguiste esta concha tan bonita? �pregunt� ella. Su amiga nombr� una playa distante. � �Pero eso est� a diez horas de camino! �exclam� la misionera� Eso es demasiado sacrificio. Usted no debi� haberse molestado tanto por m�. A esto, su amiga africana contest�: � �La caminata es parte del regalo! A menudo, nosotros amamos a nivel de la conveniencia. El amor se detiene cuando la incomodidad y la desilusi�n aparecen. Pero el amor de Dios para nosotros no es as�. �l nos ama hasta el final. "Pero Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo a�n pecadores, Cristo muri� por nosotros. " (Romanos 5:8). El amor grande se demuestra con sacrificio grande. Juan 15:13 dice: �Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos.� Todos nosotros amamos �pero la mayor�a de las veces hasta cierto punto. Con demasiada frecuencia, hay l�mites y condiciones. Te amar�, si. . . Te amar�, cuando. . . Te amar�, hasta. . . Pero cuando Jes�s entreg� Su vida en la cruz, �l dijo: "Te amo y punto.� Su amor por nosotros cubre todos nuestros pecados. �l no nos ama hasta que pecamos y entonces nos deja. �No! �Pero Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo a�n pecadores, Cristo muri� por nosotros.� (Romanos 5:8). ��l nos ama primero! �Incluso cuando estamos atascados en el pantano de pecado, �l quiere amarnos hasta sacarnos de all�! La muerte de Jes�s en la cruz cumpli� con dos prop�sitos: el amor y la justicia. Siempre que se comete un mal, la justicia exige un pago. Por eso es que tenemos prisiones en nuestro pa�s �y se llama sistema justicia. En el reino espiritual, el pecado es una violaci�n de la ley. Cuando pecamos, hay un terrible precio que pagar� y alguien tiene que hacer expiaci�n por �ste. Jes�s muri� en la cruz y Su sangre era el pago por nuestro pecado. �La paga del pecado es muerte, pero la d�diva de Dios es vida eterna en Cristo Jes�s, Se�or nuestro.� (Romanos 6:23). El pago fue hecho y el decreto fue dado: �No es culpable! Hay s�lo una manera de tratar con la culpa: pagando la multa. El juez fulmin� con su mirada a la muchacha de 16 a�os en el banquillo de los acusados. "Se�orita, usted andaba a 48 millas por hora cuando el l�mite de la velocidad es 25. Usted es culpable y espero que aprenda una lecci�n de esto. La multa es $258.00." �l entonces golpe� su mazo, se quit� la t�nica, fue al actuario de la corte, sac� su cartera y pag� la multa para ella. Y la muchacha dijo: "Gracias, pap�." Jes�s pag� la deuda cuando dio Su vida en la cruz. "�l pag� una deuda que no deb�a. Yo deb�a una deuda que no pod�a pagar." �l pag� la deuda, y pronunci� la declaraci�n: �No es culpable! La justicia paga por la culpa�pero usted todav�a tiene que sufrir la verg�enza. La verg�enza se incrusta profundamente en nuestras almas. Se vuelve parte de nuestra naturaleza � nuestra identidad. Influye en todos los aspectos de la vida. Nos causa esconder nuestra verdadera persona. En el huerto del Ed�n, Ad�n y Eva huyeron y se escondieron de Dios despu�s que hab�an pecado. �Por qu�? Debido a su verg�enza. Hay s�lo un remedio para la verg�enza: el amor incondicional. La justicia quita la culpa. El amor incondicional quita la verg�enza. Y esa es la belleza de Juan 3:16. La justicia y el amor incondicional se juntan en la cruz de Cristo. �Jes�s pag� el precio para quitar nuestra culpa y nuestra verg�enza! Pensamiento glorioso, oh felicidad, Mi pecado, no en parte, pero todo, Clavado en la cruz est�, y no lo llevo m�s, �Alma m�a, alaba al Se�or! �Alaba al Se�or! �Ha o�do usted hablar alguna vez de la matem�tica de la redenci�n? �Una cruz m�s tres clavos = perdonado! La cruz de Cristo es el �nico lugar d�nde todas las cuentas van a cuadrar. Todo empieza con Dios y �l nos ama hasta el final. 3. �l nos llama a creer. �. . . Para que todo aquel que en �l cree no se pierda, sino que tenga vida eterna.� Esto, en toda su esencia, es el mensaje del evangelio. Fue verdad cuando Jes�s colg� en la cruz y exclam�: "Padre, perd�nalos." Fue verdad cuando exhal� Su �ltimo suspiro y dijo: "�Consumado es!" �Fue verdad cuando tres d�as despu�s �l se levant� victoriosamente de la tumba. �Y es verdad esta ma�ana de domingo! �Este mismo d�a! �Este mismo momento! �El evangelio es verdad y es para usted! Dios ha ofrecido el regalo m�s grande en el mundo: la salvaci�n y la libertad del pecado. Todo lo que tenemos que hacer es reclamarlo como nuestro propio. Los incr�dulos lo han modificado y lo han intentado cambiar. Los esc�pticos lo han mal entendido y lo han calumniado. Los te�logos liberales han intentado diluirlo. Los psic�logos populares se han esforzado para encontrar una explicaci�n opuesta. �Pero no importa cu�nto intenten presionar contra �ste, la Palabra de Dios sigue inmutable! Una y otra y otra vez �el evangelio de nuestro Se�or Jesucristo se mantiene firme, �y las puertas del infierno no prevalecer�n contra �ste! �En Juan 3:16, este precioso pero poderoso peque�o vers�culo, nos recuerda que s�lo Dios puede rescatar un alma! La obra grande ya est� hecha �nuestra tarea es creerla y recibirla. A menudo, la gente quiere hacerlo m�s complicado que eso. "Seguramente, hay que hacer m�s que eso," protestan ellos. "De alg�n modo, yo tengo que ganar suficientes puntos para ganar la simpat�a de Dios.� El carcelero de Filipos pregunt� la misma cosa. En Hechos 16:30, �l pregunt�: � �Qu� debo hacer para ser salvo? Pablo respondi�: �Cree en el Se�or Jesucristo, y ser�s salvo t� y tu casa. El problema aqu� no es "hacer� algo para ganar su salvaci�n. �C�mo ser�a posible hacer suficiente? �El Gran Algo ya fue hecho! �La pregunta no es ��qu� debo hacer?" Sino, "�qu� ha sido hecho por m�?" �Su tarea es simplemente creer que ha sido hecho por nosotros y recibirlo con coraz�n agradecido! Creer en la muerte expiatoria de Jes�s en la cruz es esencial para el "rescate de nuestra alma.� Hay muchos hoy que no entiende esta verdad. La teolog�a del Dr. Phil, de Oprah Winfrey, y las redes de televisi�n p�blicas ense�an que todas las religiones son iguales. Seg�n el pensamiento popular, un musulm�n bueno no es diferente de un budista bueno, un wiccan bueno, o un cristiano bueno. �Hay muchos caminos que llevan a Dios." La religi�n de sorbetera dice: escoge tu sabor favorito, y quiz� puedes mezclar un poco. Aunque este punto de vista es popular, lamentablemente est� equivocado. Jes�s dijo: �Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por m� (Juan 14:6). Jes�s no muri� en la cruz para darnos una �filosof�a bonita.� �l no vino para darnos una �buena religi�n.� �l muri� para salvarnos�para rescatarnos del dominio de las tinieblas�para vivir en relaci�n con nosotros��para hacer rectos nuestros corazones! Un d�a, el ap�stol que Pedro se par� ante el sanedr�n, un grupo de l�deres religiosos endurecidos. Ellos hab�an reducido las grandes cosas de Dios en formas y rituales. Pedro se encendi� como una antorcha en presencia de �stos fariseos de coraz�n fr�o y declar� que la salvaci�n s�lo se gana de una manera. Hechos 4:12 dice: �En ning�n otro hay salvaci�n, porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos." No dice que Jes�s sea un camino optativo. No dice que �l es uno de los mejores caminos. Dice que �l es el �nico camino para ser salvo. Hay muchos caminos para llegar a Jes�s, pero Jes�s es el �nico camino para llegar a Dios. Nosotros necesitamos creerlo y recibirlo. �l es el �nico que puede perdonar sus pecados y puede limpiar su coraz�n esta ma�ana. Ninguna otra opci�n satisfar�. Intentar �manejar" su pecado a trav�s de la autodisciplina y la modificaci�n de la conducta no funcionar�n. Usted puede ir a consejer�a todas las semanas durante a�os, pero eso no le quitar� su pecado. �Usted puede leer todos los libros de autoayuda publicados, pero usted permanecer� atrapado en sus transgresiones �hasta que se vuelve a Jes�s! �Qu� me puede dar perd�n? �S�lo de Jes�s la sangre! Quiz�s usted ha venido aqu� hoy agobiado por el remordimiento y la verg�enza. Dios quiere ayudarlo esta ma�ana. �l quiere cambiar su vida. �l quiere limpiar su alma. �l quiere ponerlo en libertad. "De tal manera am� Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unig�nito, para que todo aquel que en �l cree no se pierda, sino que tenga vida eterna.� (Juan 3:16) Yo lo invito a recibir a Cristo como su Salvador esta ma�ana. �l vendr� a usted dondequiera que se encuentre �pero alabado sea Dios, �l no lo dejar� donde est�. ��l lo llevar� a d�nde usted siempre ha querido estar! �l est� llam�ndolo esta ma�ana. �Venga, y rec�balo ahora! ACERCA DEL AUTOR El Reverendo Mark O. Wilson ha servido como pastor mayor de la Iglesia Wesleyana de Hayward en Hayward, Wisconsin, desde 1991. �l tiene una pasi�n especial por las iglesias y el crecimiento de la iglesia en las comunidades rurales. �l y su esposa, Cathy, tienen cinco hijos. Serie tem�tica� Semana cinco DECLARANDO LA PRIORIDAD DE CRISTO Escrito por Tim Guptill Texto � Efesios 2:14�18 �l es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separaci�n, aboliendo en su carne las enemistades (la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas), para crear en s� mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades. Y vino y anunci� las buenas nuevas de paz a vosotros que estabais lejos y a los que est�is cerca, porque por medio de �l los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Esp�ritu al Padre. "La iglesia local es la esperanza del mundo." He o�do decir muchas veces apasionadamente al Pastor Bill Hybels de Willow Creek Community Church cerca de Chicago. Siempre que considero ese pensamiento, me impacta de nuevo la idea que la iglesia realmente es el concepto de Dios de comunidad. Es la idea de Dios. La iglesia ha de ser un lugar donde las personas pueden ser reales. Donde se forman relaciones y se conf�an en ellas. Un lugar de refugio y responsabilidad. Cuando invitamos a alguien a la iglesia, realmente estamos invit�ndolos a ser parte de la comunidad que Dios dise�� para que cada uno de nosotros la disfrute. Hay algo naturalmente atractivo que rodea a los lugares seguros, sinceros y acogedores. �Y la iglesia puede ser ese lugar! Uno de los m�s grandes deseos de cada coraz�n humano es pertenecer. De la guarder�a a la casa de ancianos, queremos conectar con otros. Desdichadamente, muchas personas buscan sin prop�sito fijo en los lugares equivocados, esta seguridad y lugar para conectar. "Quiz� si ganara m�s dinero. . . Quiz� si estuviera en una relaci�n diferente. . . Quiz� si cambiara de trabajo. "Por miles de a�os, la humanidad ha estado intentando desesperadamente encontrar relaciones seguras. Jes�s fue un edificador de relaciones. �l sab�a la importancia de las relaciones significantes y dio un modelo a la iglesia primitiva para la verdadera comunidad: Ama a tu pr�jimo. . . ama a tus enemigos . . . da al necesitado. . . perd�nense entre s�. . . no juzguen . . .� (Mateo 6, 7). Jes�s demostr� un tipo de amor �unos para otros� que es muy diferente a nuestra "primero yo" sociedad. Eche una ojeada a los Evangelios. Una y otra vez usted ver� a Cristo demostrando la comunidad b�blica al enfermo, a los pobres, al rico, al proscrito, al religioso y al pagano. Fue atractivo entonces y es atractivo ahora a una generaci�n que busca. Citando a Bill Hybels de nuevo: "no hay nada como la iglesia local cuando la iglesia local est� funcionando bien". Espero que la mayor�a de nosotros conozca a personas que fueron atra�das a la iglesia y su mensaje porque vieron a la iglesia haciendo lo que debe hacer. A veces la herramienta m�s grande de la evangelizaci�n que podamos usar es simplemente ser un grupo de creyentes abiertos, sinceros, que demuestran el amor de Cristo. Las personas no s�lo disfrutan esto, tambi�n lo necesitan. En su libro sobre comunidad, Todo mundo es normal hasta que se llega a conocerlo, Juan Ortberg escribi�: "Comunidad �viviendo en conexi�n vital con otros�es esencial para la vida humana. La comunidad es el lugar para el que Dios nos hizo. La comunidad es el lugar donde Dios nos encuentra. �1 �Si la comunidad es tan importante y si es una prioridad de Cristo para todos, entonces c�mo invitamos otros a experimentarla? Examinemos nuestro texto �Efesios 2:14�18. La carta de Pablo a la iglesia en �feso fue escrita para recordarles que las prioridades de Jesucristo deben ser nuestras prioridades. En los vers�culos que estamos examinando hoy vemos por lo menos tres ilustraciones de lo que Cristo espera que sea la iglesia. Prioridad 1: Paz (Efesios 2:14, 17). Si queremos que nuestros corazones y nuestras iglesias est�n en l�nea con las prioridades de Cristo, entonces debemos orar: Que nuestras iglesias sean lugares pac�ficos. Lugares de respeto mutuo, de una mente y de una misi�n. Que la paz de Dios sea evidente en nuestras vidas. Si �l realmente es el "Dios de toda paz," entonces nuestras vidas necesitan reflejarlo. Que el mensaje de paz sea claro para los que buscan. Todos nuestros programas, ministerios y esfuerzos de evangelizaci�n pueden introducir a los buscadores a una paz como ning�n otro. Los mensajes contra la paz nos llueven por todos lados y en todo momento. Hay a menudo contienda en la casa y el trabajo. La mayor�a de los medios de comunicaci�n o noticieros que consumimos est�n llenos de confusi�n y caos. Un derivado de toda esta inquietud es que las personas est�n buscando lugares de comunidad verdaderamente seguros. Las personas anhelan lugares donde ellos puedan ser reales, quitarse sus m�scaras, y experimentar paz duradera. En el vers�culo 14 de Efesios 2, el ap�stol Pablo nos recuerda que el propio Jes�s es nuestra paz, y en el vers�culo 17 vemos que Jes�s vino a predicar paz a todos. Cuando oramos por aquellos que Pablo dice, �est�n lejos," nosotros necesitamos orar para que ellos vean que el puente que lleva a la paz es la cruz. Es una de las bonitas iron�as del evangelio: la violencia de la muerte de Cristo es precisamente lo que nos trae paz. Sin el derramamiento de Su sangre por nuestros pecados, nunca hubiera habido esperanza de "paz en la tierra" (Lucas 2:14). De esto es que trata �La Pasi�n de Cristo": paz en la tierra. En tiempos de guerra es una pr�ctica com�n destruir los puentes que sean cr�ticos para el enemigo. En un sentido espiritual, el enemigo de su alma quiere destruir su puente a la paz� su fe en Jesucristo. La comunidad b�blica empieza a tener sentido para las personas cuando ellos ven que la cruz de Cristo es su puente a la paz y la eternidad. Prioridad 2: Acceso (Efesios 2:18). La comunidad en Cristo no s�lo se evidencia por la paz en el creyente pero tambi�n por la comunicaci�n con el Padre. Nosotros vivimos en un mundo en l�nea con la alta velocidad, acceso 24/7 a pr�cticamente todo. Pero �qu� si usted quiere acceso al Creador? �Qu� si usted est� buscando su prop�sito y significando? �Qu� si usted se enfrenta con una situaci�n dif�cil o tentadora? Como vemos claramente en la carta de Pablo, Jes�s ense�� y model� que en la comunidad b�blica todos podemos tener acceso al Padre. Efesios 2:18 declara: "Porque por medio de �l los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Esp�ritu al Padre." Ese vers�culo casi pareciera demasiado bueno para ser verdad. �Podemos realmente experimentar ese nivel de comuni�n con Dios? Es verdad. Y en este vers�culo vemos a la Trinidad en funci�n. Jes�s prepar� el camino �el Esp�ritu Santo es el veh�culo que nos lleva a la presencia de Dios, nuestro Padre celestial. Piense en todas las ofertas que usted ha recibido en las �ltimas semanas. Peticiones para su firma, anuncios, ventas por tel�fono, publicidad por correo, anuncios no solicitados por Internet y la lista sigue. Cada oferta promete ser la mejor de las ofertas que se le han ofrecido en la vida. �Ha probado alguna vez un producto basado en un anuncio, s�lo para ser defraudado con sus resultados? La mayor�a de nosotros lo ha hecho. Podemos ponernos esc�pticos y cansados de promesas que nunca se cumplen. Dios nunca ha dejado de ser todo o m�s de lo que �l nos ha prometido. Cuando oramos por las personas que todav�a no han sido salvas, necesitamos pedir que la oferta de Cristo de "acceso" sea real en sus vidas. Ore para que las personas vean y entiendan que a trav�s del Esp�ritu Santo y debido a la obra de Cristo en la cruz, podemos tener una relaci�n directa con Dios el Padre. Podemos orar y comunicamos con Dios siempre que queramos o lo necesitamos. Podemos ser guiados en la vida por Su Esp�ritu Santo. Podemos ganar visi�n y sabidur�a de la Palabra de Dios. Y podemos tener la promesa de la eternidad con �l en el cielo, acceso ganado a trav�s de la muerte y resurrecci�n de Jesucristo. Prioridad 3: Ciudadan�a (Efesios 2:19). El vers�culo 19 de Efesios 2 es dram�tico, poderoso y exactamente lo que muchos buscadores anhelan. Debido a lo que Cristo ha hecho para nosotros y debido a lo que el Padre nos ofrece, nosotros podemos pasar de "extranjeros y forasteros" a �conciudadanos... y miembros de la familia de Dios.� �sa es una descripci�n de comunidad y de pertenecer. "Yo estuve perdido, pero ahora he sido hallado." El cielo tiene una norma de puerta abierta. Somos invitados a ser parte de la familia de Dios. Dios quiere que estemos en comunidad con �l. En nuestra cultura secular la ceremonia de dar las "llaves de la ciudad" a una persona es uno de los honores m�s altos que alguien puede recibir. En el mundo espiritual realmente no hay nada tan impactante como el Dios del universo invit�ndonos, a los seres creados por �l, a unirnos libremente con �l y recibir los beneficios de todos los galardones del cielo. En realidad, Dios nos invita a unirnos a Su familia. �l nos adopta. Ahora, pensando en nuestras propias situaciones, �es nuestra iglesia un lugar donde las personas se sienten como que pueden pertenecer? �Tenemos nosotros la puerta abierta sin estereotipos y estipulaciones? Una ilustraci�n para la comunidad b�blica y c�mo la iglesia debe dar la bienvenida a las personas nuevas va as�: P�rtense bien, Crean, Pertenezcan vs. Pertenezcan, Crean, P�rtense bien. Demasiado frecuente, cuando alguien visita nuestra iglesia, la primera cosa que queremos de ellos es que se comporten de la manera que nosotros nos comportamos. �Se portan como nosotros, caminan como nosotros o hablan el idioma "cristiano?" Si se comportan de la manera que nosotros nos comportamos, la siguiente cosa que queremos saber es �creen ellos como nosotros? �Adoran como nosotros? �Oran como nosotros? Si se portan bien y creen, entonces les permitiremos pertenecer. Eso es al rev�s del enfoque que Jes�s tuvo con las personas en los Evangelios. Cuando las personas vengan a nuestras iglesias primero debemos ayudarles a sentirse que ellos pertenecen. Porque les hemos dado la bienvenida incondicional y los hemos hecho sentirse que pertenecen, ellos querr�n creer. �Despu�s de que las personas creen, el Esp�ritu Santo opera en sus vidas para ayudarles a portarse bien! �sa es la comunidad. �sa es la pasi�n de Cristo �que las personas que est�n perdidas fuera de la comunidad de Dios encuentren comuni�n y aceptaci�n en la iglesia local y escojan dar sus vidas a �l. En los momentos que quedan, calladamente y en actitud de oraci�n echemos una mirada a nuestras vidas y a nuestra iglesia. �Estamos demostrando la comunidad b�blica a un mundo que anda en busca de algo? �Estar� viviendo la vida de paz que es atractiva para alguien que desesperadamente necesita paz en su vida? �Es f�cil para que las personas se conecten con nuestra iglesia o los mantenemos a la distancia hasta que se parezcan m�s como nosotros? �Qu� cambios necesita hacer nuestra iglesia para impactar nuestra comunidad m�s poderosamente? �Qu� cambios necesito hacer yo? �Dios, ay�danos a ser la iglesia que quieres que seamos y ay�dame a ser un creyente que se comporte como T� y ayude a otros a pertenecer! ACERCA DEL AUTOR El Reverendo Timothy Guptill es pastor de Community ad Conexi�n en Mont�n Wesleyan Church en Mont�n, NE Brunswick, Canad�. �l y su esposa, Gayla, tienen dos hijas, Hope y Autumn. __________ 1 Juan Ortberg, Everybody�s Normal Till You Get To Know Them, Zondervan, 2003, p. 19. Serie tem�tica� Semana seis DECLARANDO LA PRESENCIA DE CRISTO Escrito por Jorge V�squez Texto � Juan 1:1-17 En el principio era el Verbo, el Verbo estaba con Dios y el Verbo era Dios. Este estaba en el principio con Dios. Todas las cosas por medio de �l fueron hechas, y sin �l nada de lo que ha sido hecho fue hecho. En �l estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz resplandece en las tinieblas, y las tinieblas no la dominaron. Hubo un hombre enviado por Dios, el cual se llamaba Juan. Este vino como testigo, para dar testimonio de la luz, a fin de que todos creyeran por medio de �l. �l no era la luz, sino un testigo de la luz. La luz verdadera que alumbra a todo hombre ven�a a este mundo. En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por medio de �l; pero el mundo no lo conoci�. A lo suyo vino, pero los suyos no lo recibieron. Mas a todos los que lo recibieron, a quienes creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios. Estos no nacieron de sangre, ni por voluntad de carne, ni por voluntad de var�n, sino de Dios. Y el Verbo se hizo carne y habit� entre nosotros lleno de gracia y de verdad; y vimos su gloria, gloria como del unig�nito del Padre. Juan testific� de �l diciendo: �Este es de quien yo dec�a: �El que viene despu�s de m� es antes de m�, porque era primero que yo��. De su plenitud recibimos todos, y gracia sobre gracia, porque la Ley fue dada por medio de Mois�s, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. En nuestro texto de hoy y en todo el evangelio de Juan, aprendemos que el ap�stol escribi� estas palabras para animar a sus hermanos creyentes, jud�os y gentiles, a permanecer firmes en sus convicciones y en sus vidas cristianas. Al igual que hoy, los primeros creyentes viv�an tiempos desafiantes y Juan quiso recordarles que creer en el nombre de Jes�s y proclamar Su mensaje eran esenciales para la salvaci�n personal de los pecadores y para impactar su cultura. Ellos tambi�n viv�an en una cultura pecadora que rechazaba a Jes�s y se resist�a al mensaje cristiano. Los primeros cristianos enfrentaban y viv�an bajo una tremenda persecuci�n y oposici�n. No obstante, ellos crecieron y proclamaron una nueva cultura de santidad en Cristo Jes�s. A pesar de lo negativo de su situaci�n, pudieron impactar la cultura general y transformar la historia. La pregunta que debemos hacernos es, �c�mo lo hicieron ellos y c�mo podemos nosotros reproducir sus victorias? Yo les someto que lo hicieron declarando con pasi�n la realidad de la presencia de Cristo en los asuntos de los hombres. Jud�o o gentil, ellos fueron a las personas y les dijeron c�mo pod�an ser transformadas sus vidas y, a su vez, c�mo pod�an ellos ayudar a transformar a otros. Si queremos impactar a nuestra comunidad, cultura, sociedad, naci�n, y mundo, debemos seguir los pasos de nuestro Se�or. Con esto quiero decir que debemos seguir Su ejemplo yendo a los pecadores en lugar de esperar que ellos vengan a nosotros. Debemos estar dispuestos a ser parte de su mundo, en lugar de s�lo analizarlo y estudiar acerca de ellos. Debemos alcanzarlos con el evangelio transformador, en lugar de predicar un evangelio reformador y placentero. Debemos ense�ar y predicar las verdades b�blicas de Su persona, en lugar de ense�ar y predicar especulaciones y opiniones acerca de �l. Y debemos enviar a las personas para que alcancen a otros, en lugar de mantenerlos ocupados dentro de las paredes de la iglesia. 1. Yendo. Vivimos en tiempos aterradores. Las noticias que o�mos son perturbadoras sin exagerar. Es m�s, parece que las fuerzas del mal est�n presentes en todas partes y que la esperanza para la humanidad se est� desvaneciendo. Adem�s de todas las otras malas noticias, podemos agregar el hecho de que la iglesia en Norteam�rica ha perdido impulso y est� teniendo cada vez menos impacto en la sociedad. Como resultado, menos personas est�n viniendo a nuestras iglesias como porcentaje de la poblaci�n global y muchos de los que est�n asistiendo no est� proclamando al Cristo de la Biblia. Nos hemos vuelto demasiado preocupados con agradar a las personas y corremos el grave peligro de llegar a ser no pertinentes a la cultura e irreverentes a Cristo. Todos esto es el resultado de nuestra renuencia para seguir el ejemplo de nuestro Se�or. Antes de la venida de Cristo, Dios envi� diferentes mensajeros que predicaron acerca de Su misericordia y compasi�n para las personas. Sin embargo, ninguno de ellos pod�a expresar propiamente Su amor inmensurable para el g�nero humano. La Palabra Eterna ten�a una misi�n que cumplir. �l quiso declarar el amor de Dios para nosotros y traernos salvaci�n. Para lograr esa misi�n, tuvo que dejar Su lugar de consuelo e ir a donde viv�an los pecadores. La Biblia nos ense�a que Dios en Jes�s dej� Su lugar eterno de magn�fico esplendor y gloria y vino a nosotros. En vers�culo 11 nos dice que: "�l vino." Dios sab�a que los que quer�a alcanzar no vendr�an a �l debido a su naturaleza. Por consiguiente, �l decidi� venir a nosotros en la Persona de Jesucristo. Del ejemplo de Cristo, aprendemos que si decimos en serio que queremos impactar y alcanzar a la gente de nuestra cultura, entonces debemos ir a ellos y conectar con ellos. Por Su acci�n, aprendemos que ir a las personas que queremos alcanzar es esencial. Cristo nos orden� que �fu�ramos" en Su gran comisi�n, (Mateo 28:19). Pero es triste que por lo general, los que est�n en la iglesia en Norteam�rica, pastores y laicos han ca�do en desobediencia. En lugar de ir al perdido, nosotros esperamos que ellos vengan a la iglesia. Esta manera de pensar sirve como una pared que nos impide declarar la presencia de Cristo eficazmente en las realidades de hoy. Sigamos en Sus pasos. Eso nos compele a dejar las c�modas paredes de la oficina pastoral y de la iglesia e ir a nuestras comunidades y barrios para darnos cuenta del dolor de la gente y ministrar a sus necesidades. Nosotros debemos ir a y decirles que hay esperanza en Jes�s. Debemos ir y decirles que �l los ama. 2. Haci�ndose. La Escritura nos ense�a que ese Dios vio nuestra necesidad de salvaci�n e hizo algo muy dr�stico; se hizo humano. El ap�stol Pablo dice que Cristo Jes�s, a pesar de ser Dios, "se despoj� a s� mismo, tom� la forma de siervo, y se hizo semejante a los hombres" (Filipenses 2:7). El ap�stol Juan nos dice que Dios no s�lo visit�, sino que tambi�n "se hizo." �l escribe en el vers�culo 14 de nuestro texto, Y el Verbo se hizo carne y habit� entre nosotros� (v. 14). El Verbo se hizo carne e hizo Su morada entre nosotros. �l lo hizo para poder compartir e identificarse con las personas que quer�a alcanzar. Nosotros debemos hacer lo mismo. Al hacerse hombre, Jes�s tuvo que hablar el idioma de la gente que quer�a alcanzar, no s�lo ling��sticamente sino emocional y espiritualmente tambi�n. Adem�s, en el acto y estado de hacerse carne, Cristo experiment� lo que nosotros experimentamos: sed, hambre, altos y bajos emocionales, frustraciones, felicidades, tentaciones y hasta la muerte. �l comi�, durmi�, llor� y comparti� con las personas en sus mismas circunstancias como uno de ellos. Yo creo que eso es exactamente lo que nosotros debemos hacer para alcanzar a nuestras comunidades y contornos para Cristo. �sa es quiz�s la mejor manera de declarar la realidad de Su presencia en nuestro medio. Pablo testific� acerca de la importancia de "hacerse" en 1 Corintios 9:20�22: "Me he hecho a los jud�os como jud�o, para ganar a los jud�os; a los que est�n sujetos a la Ley (aunque yo no est� sujeto a la Ley) como sujeto a la Ley, para ganar a los que est�n sujetos a la Ley; a los que est�n sin Ley, como si yo estuviera sin Ley (aunque yo no estoy sin ley de Dios, sino bajo la ley de Cristo), para ganar a los que est�n sin Ley. Me he hecho d�bil a los d�biles, para ganar a los d�biles; a todos me he hecho de todo, para que de todos modos salve a algunos." Nuestros misioneros hacen esto todo el tiempo. Nosotros tambi�n debemos hacer lo mismo aqu� en casa. Haci�ndose uno de nosotros, Dios demostr� que estaba hablando en serio en su anhelo de salvarnos. Pero nos olvidemos que para lograr Su misi�n, Cristo mantuvo una vida que estaba moralmente sobre aquellos que quer�a alcanzar. Si nosotros hablamos realmente en serio acerca de alcanzar a los perdidos, entonces debemos ir a ellos y debemos estar dispuestos a identificarnos con sus luchas, con sus dolores, con sus victorias y as� sucesivamente. No obstante, sin caer en los pecados de los que hemos sido salvados por Dios. Leer y estudiar acerca de una naci�n, cultura, comunidad o incluso un vecindario no traduce necesariamente en un cuadro exacto de ese grupo. S�lo compartiendo la vida diaria con otros podemos desarrollar una verdadera comprensi�n de sus cosmovisiones, necesidades y cultura. Basados en el ejemplo de Cristo, no podemos pasar desapercibidos el paso de �hacernos.� Sin embargo, debemos comprender que si el ir es dif�cil, el hacernos es aun m�s duro. Eso es porque exige un sacrificio personal y humildad, lo que me hace preguntar si estamos verdaderamente deseosos de ir tan lejos. 3. Alcanzando. Despu�s de hacerse uno de nosotros, las sagradas Escrituras nos ense�an que Cristo mostr� Su amor por las personas que quer�a alcanzar. �l lo hizo con palabras y con acciones. Lo hizo ense�ando y predicando acerca del poderoso e incondicional amor de Dios. Lo hizo visitando y compartiendo con ellos en sus casas y sus sinagogas. Lo hizo san�ndolos y aliment�ndolos. Lo hizo viviendo una vida santa. Lo hizo proveyendo para sus necesidades f�sicas, emocionales y espirituales. Los evangelios nos dicen que nuestro Se�or Jesucristo particip� en una amplia gama de actividades para alcanzar a las personas. Para hacer este alcance, �l camin� centenares de millas; incluso sobre el agua. Dedic� Su tiempo y energ�a, pero m�s importantemente, �l arriesg� Su propio bienestar hasta el punto de dar Su vida por nosotros. �l hizo todo eso porque en verdad quer�a alcanzar a los pecadores. �Estamos nosotros dispuestos a alcanzar a todas las personas que necesitan a Cristo? Si la respuesta es s�, �entonces por qu� es que nuestras iglesias est�n constituidas principalmente de personas de la clase media? �Por qu� es que nuestras iglesias no reflejan las diversidades �tnicas de nuestro pa�s? �Hasta d�nde estamos dispuestos a ir para alcanzar a los pecadores? �Estamos dispuestos a hacer lo mejor sin tener en cuenta raza, cultura, idioma y socio-econom�a? �Hasta d�nde est� dispuesto a ir usted? 4. Ense�ando y predicando. Ir a las personas no traduce por s� solo en hacer disc�pulos. Hacerse e identificarse con una cultura muestran disposici�n e inter�s, pero todav�a se queda corto de cambiar las conductas de las personas. Alcanzar a las personas con amor incondicional y proveer por sus necesidades no transforma vidas; requiere algo m�s poderoso, y �sa es la ense�anza y predicaci�n del evangelio. Nuestro Se�or Jes�s us� la ense�anza y la predicaci�n del evangelio como Su estrategia principal para transformar las vidas de los que �l quiso alcanzar. Predic� con autoridad. No diluy� Su mensaje o predic� lo que las personas quer�an o�r. M�s bien, predic� acerca de la necesidad de arrepentimiento y del nuevo nacimiento. Predic� con pasi�n y compasi�n. Predic� usando el idioma de las personas. Desafi� a Sus seguidores para que vivieran una vida santa. Al p�blico en general, ense�� sobre los elementos esenciales de Su reino. A unos selectos pocos, los instruy� con verdades m�s profundas de Su persona y de Su reino. Tambi�n se nos dice que Cristo ense�� y alcanz� a muchas personas, pero que seleccion� a un grupo de setenta a quienes ense�� acerca de los elementos esenciales de Su reino y les orden� a ir y predicar acerca de �ste. Como sabemos, tambi�n escogi� a un grupo de doce para un entrenamiento m�s riguroso. De ese grupo de doce seleccion� otro grupo de tres, que era parte del c�rculo �ntimo de Jes�s. A los tres se les dieron oportunidades especiales de ver lo que los otros nueve no vieron. Los tres fueron parte de momentos �nicos de instrucci�n en los que Cristo les demostr� que �l era en verdad quien �l dec�a que era. Con todo esto, Jes�s quiso ense�arnos que nosotros tenemos que extender la mano con un prop�sito y que no podemos ense�ar la misma cosa a todos. Debemos seleccionar a las personas para llevar a cabo niveles diferentes de actividades y funciones que exigen diferentes tipos de entrenamiento. Los cuatro evangelios describen a Jes�s como Maestro que us� toda avenida posible para ense�ar las buenas nuevas de salvaci�n. �l dio Su ense�anza y predicaci�n en el Templo, las sinagogas, en casas, en los montes, en una barca y en los valles abiertos. Si cada iglesia y creyente en Norteam�rica siguieran Su ejemplo, el clima moral en esta parte del mundo mejorar�a dram�ticamente y nuestras iglesias crecer�an espiritual y num�ricamente. 5. Enviando. Poco antes de ascender al cielo, nuestro Se�or dijo a Sus disc�pulos: �Por tanto, id y haced disc�pulos a todas las naciones, bautiz�ndolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Esp�ritu Santo, y ense��ndoles que guarden todas las cosas que os he mandado. Y yo estoy con vosotros todos los d�as, hasta el fin del mundo�. (Mateo 28:19.20). La Gran Comisi�n est� basada en la premisa de enviar y de ir. Cristo envi� y los disc�pulos fueron. �l nos orden� que fu�ramos, y eso significa que usted y yo debemos considerar seriamente ir a nuestros vecindarios, nuestra ciudad, en nuestro pa�s o en otro pa�s. Nuestro trabajo como iglesia no est� completo a menos que enviemos a los nuevos creyentes que alcancen a otros para Cristo. Debemos enviarlos d�ndoles la autoridad necesaria. Debemos darles el apoyo que ellos necesitan para llevar a cabo la misi�n. Debemos proporcionarles los recursos que les permitan hacer el trabajo. Recordemos que la Gran Comisi�n est� igualmente sobre los hombros de cada creyente�pastor y laico. Oremos por un cambio en el modo de pensar de la Iglesia norteamericana. Necesitamos que nuestros pastores cambien de una mentalidad de mantenimiento a una de misi�n. Necesitamos que los laicos tengan una carga por los perdidos, sin tener en cuenta raza, idioma, nacionalidad o cultura. Conclusi�n Con todas las malas noticias sobre las guerras, el terrorismo, la declinaci�n moral y la injusticia social, las personas quieren o�r palabras de esperanza. Como cristianos, nosotros sabemos que Cristo es nuestra �nica esperanza. Pero sabi�ndolo no es suficiente; debemos proclamar esta verdad a aquellos que est�n sin Dios, sin esperanza, sin consuelo. Debemos proclamar la realidad de la presencia de Cristo en nuestro medio. Concluir� pregunt�ndole esto: �que ser�a su respuesta si su iglesia le pidiera que fuera a una misi�n en su propio vecindario o ciudad? �Ir�a usted? �Ir�a todav�a usted si le dijeran que el vecindario es diferente de su grupo racial o econ�mico? �Ir�a usted y compartir�a con ellos parte de su tiempo, recursos y fe? Hag�moslo; vayamos. ACERCA DEL AUTOR El Reverendo Jorge V�squez es plantador y pastor de la Iglesia Wesleyana El Buen Samaritano en Winston-Salem, Carolina del Norte. �l y su esposa, Loida, tienen cuatro hijos. Serie tem�tica� Semana siete DECLARANDO EL PODER DE CRISTO Escrito por Blair Ritchey Texto � 2 Corintios 5:11-21 Conociendo, pues, el temor del Se�or, persuadimos a los hombres; pero a Dios le es manifiesto lo que somos, y espero que tambi�n lo sea a vuestras conciencias. No nos recomendamos, pues, otra vez a vosotros, sino os damos ocasi�n de gloriaros por nosotros, para que teng�is con qu� responder a los que se glor�an en las apariencias y no en el coraz�n. Si estamos locos, es para Dios; y si somos cuerdos, es para vosotros. El amor de Cristo nos constri�e, pensando esto: que si uno muri� por todos, luego todos murieron; y �l por todos muri�, para que los que viven ya no vivan para s�, sino para aquel que muri� y resucit� por ellos. De manera que nosotros de aqu� en adelante a nadie conocemos seg�n la carne; y aun si a Cristo conocimos seg�n la carne, ya no lo conocemos as�. De modo que si alguno est� en Cristo, nueva criatura es: las cosas viejas pasaron; todas son hechas nuevas. Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcili� consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliaci�n: Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tom�ndoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encarg� a nosotros la palabra de la reconciliaci�n. As� que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogara por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios. Al que no conoci� pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros seamos justicia de Dios en �l. El viejo granjero decidi� finalmente que era tiempo para llevar a su familia a la gran ciudad. Cargaron al viejo cami�n y entre tumbos y retumbos llegaron al distrito de tiendas elegantes del centro de la ciudad. Entrando en un gran almac�n, no pod�an creer sus ojos. Pronto, la madre estaba examinando lo �ltimo en art�culos para el hogar. El pap� y los muchachos, entretanto, se encontraron al otro lado de la tienda, embelesados ante un juego de puertas que segu�an abri�ndose y cerr�ndose. Hab�a gente que pasaba por las puertas abiertas. Las puertas se cerraban. Un poco despu�s, las puertas se abr�an y sal�a otro poco de personas. Mientras miraban, notaron a una anciana encorvada, de pelo blanco entrando por las puertas abiertas que r�pidamente se cerraron detr�s de ella. Momentos despu�s, las mismas puertas se abrieron y por ellas sali� una preciosa joven rubia. Fenomenal �exclam� el hijo� �Qu� clase de m�quina es esa, pap�? El pap� se acarici� la barba y contest�: ��No lo s�, hijo, pero date prisa y trae a tu mam�! El pobre hombre pens� que hab�a encontrado la m�s asombrosa m�quina con el poder de la transformaci�n personal. Todos nosotros desear�amos que fuera as� de f�cil, �no es cierto? Lamentablemente, era s�lo un ascensor. Un ascensor le ayuda a cambiar de posici�n, pero usted sale de �ste la misma persona que entr�. Me pregunto si alguno de ustedes que entr� aqu� hoy espera salir una persona diferente. �D�nde podremos encontrar el poder capaz de producir una transformaci�n real y verdadera de nuestras vidas hoy? La Escritura de hoy hace reclamos bastantes incre�bles con respecto a todo este tema de la transformaci�n de la vida. Abran sus Biblias y busquen conmigo en 2 Corintios 5:11.21. En esta serie, hemos estado �Declarando el nombre de Cristo� y hoy venimos al tema "Declarando el poder de Cristo.� Pablo indica aqu� que este poder es un poder transformador. El vers�culo 17 dice: "Si alguno est� en Cristo, nueva criatura es: las cosas viejas pasaron; todas son hechas nuevas." Cualquier tipo de transformaci�n requiere que lo viejo se tiene que ir y algo nuevo debe tomar su lugar. El poder que transforma debe poseer el poder para quitar lo viejo y traer lo nuevo. Esto se complica aun m�s cuando se viene al cambio personal. Lo viejo se ha incrustado en nosotros. Nuestro pasado no puede deshacerse. Somos en lo que nos hemos convertido� el producto de todo lo que hemos hecho y todo lo que se nos ha hecho. Aunque a usted le gustar�a mucho cambiar, y sin duda ha hecho m�ltiples esfuerzos para cambiar, ha aprendido simplemente lo dif�cil que es el cambio realmente. Lo viejo no se quiera ir y lo nuevo siempre parece fuera de su alcance. �De hecho, el poder para transformar debe ser un poder muy poderoso! No obstante, esto es precisamente lo que Pablo reclama: el poder de Cristo puede provocar una transformaci�n real y verdadera. Hay tres dimensiones de ese poder que puede encontrarse aqu� en 2 Corintios 5. El poder de Cristo de perd�n completo. La transformaci�n real debe tratar con la realidad del pecado y los efectos de ese pecado en nuestras vidas. Esto es lo "viejo" que tiene que irse. No hay marcha adelante hacia lo "nuevo" hasta que experimentemos el perd�n de lo "viejo." Ese perd�n debe ser cabal, completo. �El escritor del viejo himno pregunta? "�Qu� me pude dar perd�n? �Qu� me puede hacer completamente nuevo?" Ninguno de nosotros comprende totalmente cu�n doloroso es nuestro pecado, sobre todo mientras lo estamos cometi�ndolo. La agon�a es que una vez cometido, no se puede anular. De hecho, la mayor�a de las veces, el pecado adquiere tal agarre en nuestras vidas que no podemos dejar de cometerlo. Sin embargo, la consecuencia m�s dolorosa de nuestro pecado no es que terminamos sintiendo los da�os morales que causa finalmente. La consecuencia m�s dolorosa de nuestro pecado es que nos separa de Dios y de las cosas buenas de Dios. No hay nada que podemos hacer de nuestra parte para acabar esta separaci�n. Lo viejo se pone m�s viejo, pero al parecer no podemos escapar de su agarre en nuestras almas. Declaramos el nombre de Cristo hoy porque Cristo ha hecho algo acerca de lo que nosotros no pudimos hacer. Dios en Su gracia, como dice vers�culo 19: " reconciliando consigo al mundo, no tom�ndoles en cuenta a los hombres sus pecados ". Es importante que usted entienda lo que el poder de Cristo hizo para usted en este respecto. Seg�n vers�culo 21," Al que no conoci� pecado "�ese ser�a Jes�s que vivi� la vida perfecta que ninguno de nosotros pudo vivir� �por nosotros lo hizo pecado." Nosotros enfocamos en la cruz de Cristo porque la muerte que �l padeci� all� est� ligada con nuestro pecado. Pablo dice en el vers�culo 14 que �si uno muri� por todos, luego todos murieron." Romanos 6:23 dice que hay una "paga de muerte� por nuestro pecado. La muerte de Jes�s en una cruz posee tal poder porque esa "paga de muerte� � mediante el sacrificio del hijo de Dios �provee una limpieza para el pecado del mundo. Eso incluye todo pecado que usted ha cometido y todo pecado que ha sido cometido contra usted. Hay un poder �nico en la cruz de Cristo que puede provocar el perd�n completo que usted anhela. Hab�a un a vez un muchachito visitando a sus abuelos en su granja. El abuelo le dio un tirador de goma para jugar en el bosque. �l practic� y practic�, pero nunca pudo dar en el blanco. Un poco desanimado, decidi� volver a casa para la cena. Mientras caminaba de regreso, vio el pato mascota de la abuela. Sin premeditarlo, impulsivamente estir� el tirador de goma, dej� volar la carga y peg� al pato justamente en la cabeza y lo mat�. El muchachito se puso muy asustado y afligido. �En una reacci�n de p�nico, escondi� el pato muerto en la estiba de le�a, s�lo para ver a su hermana parada frente a �l! Sally, lo hab�a visto todo, pero no dijo nada. Despu�s del almuerzo, al d�a siguiente, la abuela dijo: �Sally, lavemos los platos. Pero Sally dijo: �Abuela, Juanito me dijo que �l quer�a ayudar en la cocina. Entonces ella le susurr� a Juanito: �Recuerda el pato.� As� que Juanito freg� los platos. Despu�s, ese d�a, el abuelo pregunt� si los ni�os quer�an ir de pesca. Pero la abuela dijo: �Lo siento, necesito que Sally me ayude a hacer la cena. Sally s�lo sonri� y dijo: �Est� bien, porque Juanito me dijo que �l quer�a ayudar Ella susurr� de nuevo: �Recuerda el pato.� As� que Sally fue a pescar mientras Juanito se quedaba para ayudar. Esto pas� durante varios d�as. Juanito hac�a sus quehaceres y los de Sally. Finalmente, no pudo resistirlo m�s. Vino a la Abuela y confes� que �l hab�a matado al pato. La abuela se arrodill� frente a �l, le dio un abrazo y le dijo: �Lo s�, querido. Ver�s, yo estaba parada junto a la ventana y vi todo lo que pas�. Pero, porque te amo, te perdon� de inmediato. S�lo estaba pregunt�ndome cu�nto tiempo permitir�as que Sally te hiciera su esclavo. El pecado y el maligno que tienta a hacerlo, hacen esclavos de los pecadores. Y seguiremos siendo esclavos hasta que seamos liberados por el perd�n completo. El poder de Cristo es el poder para lavar nuestro pecado y hacernos limpios de nuevo. �Lo viejo se puede ir! 2. El poder de Cristo de una nueva criatura. El poder de Cristo va m�s all� del poder del perd�n. Hasta que lo viejo sea reemplazado por lo nuevo nuestra transformaci�n no est� completa. Hay dos declaraciones muy significantes que dicen "en Cristo" en este pasaje. En el vers�culo 17 Pablo dice: ". . . Si alguno est� en Cristo, nueva criatura es.� La palabra para "criatura" es la misma que se usa para describir el poder de Dios que cre� el universo de la nada. El evento culminante de esa creaci�n fue la formaci�n de la humanidad a imagen de Dios. Lamentablemente, la triste historia de la humanidad es que la cabeza de nuestra raza escogi� desobedecer a Dios. Usted puede ser testigo del resto de esa historia de una raza ca�da en las noticias de la noche. Pero con la venida de Jesucristo, el poder creativo de Dios volvi� a nuestro mundo. Ese poder creador de Cristo se enfoca en formar una nueva raza de humanidad redimida. El poder de Cristo no s�lo puede sacar lo viejo; puede traer lo nuevo. La segunda declaraci�n "en Cristo" se encuentra en el vers�culo 21. Aqu� Pablo dice que el prop�sito de la obra de Cristo en la cruz es "para que nosotros seamos justicia de Dios en �l." El solo pensamiento de personas como usted y yo volvi�ndose �la justicia de Dios" puede parecernos inconcebible. Quiz�s usted sabe lo que es estar enamorado de su propia justicia. Parece ser la maldici�n de las personas religiosas que en el �hacer� de su religi�n, quedan enamorados de sus propios logros. Pero escuche lo que dice alguien m�s religioso de lo que usted y yo pudi�semos llegar a ser sobre su propia justicia comparada con la justicia de Dios encontrada en Cristo. Pablo escribe esto en Filipenses 3:4.9: Si alguno piensa que tiene de qu� confiar en la carne, yo m�s: circuncidado al octavo d�a, del linaje de Israel, de la tribu de Benjam�n, hebreo de hebreos; en cuanto a la Ley, fariseo; en cuanto a celo, perseguidor de la iglesia; en cuanto a la justicia que se basa en la Ley, irreprochable. Pero cuantas cosas eran para m� ganancia, las he estimado como p�rdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como p�rdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jes�s, mi Se�or. Por amor a �l lo he perdido todo y lo tengo por basura, para ganar a Cristo y ser hallado en �l, no teniendo mi propia justicia, que se basa en la Ley, sino la que se adquiere por la fe en Cristo, la justicia que procede de Dios y se basa en la fe. La justicia de Dios hace de nuestra propia justicia, como dijo el profeta del Antiguo Testamento, �como trapos inmundos! Lamentablemente, la mayor�a de nosotros se ha vuelto tan familiarizado con lo viejo que lo nuevo parece casi inconcebible. Que la justicia de Dios pueda llegar a ser la nuestra propia parece demasiado bueno para ser verdad. As� ser�a si no fuera por el poder de Cristo. El poder de Cristo nos puede rehacer con Su justicia perfecta. Su destino no es la vida vieja de pecado y ego�smo. Su destino es la nueva vida de la justicia perfecta de Dios. El poder para realizar su destino es el mismo poder que levant� a Jesucristo de entre los muertos. La resurrecci�n de Jes�s permanece en la historia como una manifestaci�n innegable del poder de Dios. Su victoria sobre el pecado y la muerte se vuelve suya cuando usted se vuelve parte de esa nueva creaci�n. 3. El poder de Cristo del amor que constri�e. Nuestra comprensi�n del poder de Cristo est� incompleto hasta que logremos verlo como el poder del amor. Su muerte y resurrecci�n fueron actos de amor. Como Dios, Su mismo ser es uno de amor. Su poder es el poder del amor. Ese amor es un amor que constri�e. As� como el amor de Cristo lo impuso al lugar de servicio con sacrificio, as� tambi�n el amor de Cristo nos compele a los lugares de servicio con sacrificio. Pablo dice en el vers�culo 14: �El amor de Cristo nos constri�e. ..� Esta relaci�n de amor con Dios que provoca nuestra propia reconciliaci�n inevitablemente nos mueve a compartir el ministerio y el mensaje de la reconciliaci�n con otros. Es en este poder del amor que somos embajadores de Cristo. Nos convertimos en Sus manos, Sus pies, Su voz. Cuando nuestros corazones est�n vivos con el amor de Cristo, encontramos el poder de ese amor que constri�e acerc�ndonos a un nuevo llamamiento. El amor nos compele a hacernos agentes activos de la reconciliaci�n en un mundo quebrantado. Si usted es como yo, probablemente ley� estas intr�pidas declaraciones sobre el poder de Cristo con un poco de escepticismo. A veces parece que estamos atrapados entre lo viejo y lo nuevo. Queremos que lo viejo se vaya, pero no se va. Queremos que venga lo nuevo, pero parece la esperanza de una, futuro muy distante. Una vez preguntaron a un hombre: �Se�or, �es usted cristiano? �l se qued� pensativo por unos momentos y entonces contest�: �S�, por partes. La triste verdad acera de la mayor�a de nosotros es que nuestra experiencia cristiana es s�lo parcial en el mejor de los casos. Pero la Biblia inexorablemente declara que no tiene que ser as�. Pablo no dice que usted ser� una nueva criatura. �l dice que usted es una nueva criatura. Entonces, �por qu� esa actuaci�n irregular por aquellos que se llaman cristianos? �Hay algo malo con el poder de Cristo para hacernos en esta nueva criatura? Para terminar voy a sugerir tres �Puntos de Poder� muy pr�cticos: EL PODER DE LA FE ENFOCADA En un sentido muy real nosotros estamos viviendo en un mundo atrapado entre lo viejo y lo nuevo. Parece, sin embargo, que muchos cristianos se esfuerzan por aferrarse a lo viejo que un d�a se habr� ido completamente, en lugar de enfocarse en lo nuevo que ya ha venido. La Biblia declara claramente que el poder de una nueva criatura ya ha entrado en el mundo. El poder de lo nuevo est� inmediatamente disponible en el aqu� y el ahora. Somos llamados para creer que esto es as� y para demostrar esa creencia con una rendici�n completa de nuestras vidas al poder de Cristo. EL PODER DE LA RENDICI�N �Por qu� es tan importante la rendici�n? No se puede experimentar lo nuevo mientras se siga aferrado a lo viejo. No se puede alcanzar el poder total de Cristo con un compromiso a medias. No se puede seguir a un momento de rendici�n a lo nuevo con un estilo de vida diario todav�a controlado por lo viejo. La rendici�n no es un trato moment�neo; es un trato de momento a momento. EL PODER DE LA SINERGIA DIARIA La senda del Nuevo Testamento a la transformaci�n personal involucra una sinergia entre el poder de Cristo y su participaci�n en ese poder. El poder para transformar es Cristo. Hay una parte que Dios hace en la transformaci�n sin la cual no hay ninguna transformaci�n. Pero hay tambi�n una parte que le toca a usted. Cristo proporciona el poder de la gracia. A usted se le ordena �creced en la gracia y conocimiento de nuestro Se�or y Salvador Jesucristo" (2 Pedro 3:18). El crecimiento involucra un proceso de aprendizaje. La transformaci�n que usted anhela requiere su participaci�n. Usted no es pasivo en el proceso. Hay una parte que le toca hacer a usted. Es a trav�s de las disciplinas diarias de crecimiento espiritual que usted gana el acceso al poder que lo puede transformar. Pas� durante una noche familiar. Todos nos reunimos alrededor de la mesa de la cocina para jugar juegos de mesa. La luz se fue de repente. Algunos empezaron a tirar de los interruptores sin ning�n efecto. As� que se apagaron los interruptores y se sacaron las velas. El juego continu� nada m�s que con mucha m�s dificultad en el ahora d�bilmente iluminado cuarto. Pasaron varias horas y finalmente alguien se asom� por la ventana y not� que las luces del vecino estaban encendidas. Un leve tir�n del interruptor y la luz llen� de nuevo la casa. El suministro el�ctrico hab�a sido restaurado hac�a horas pero el interruptor estaba apagado. �Es una par�bola de nuestra propia experiencia cristiana! Nos complicamos la vida con las velas de nuestros propios e irregulares esfuerzos, aunque tenemos acceso al poder del amor de Cristo. Hoy declaramos el poder de Cristo. �Hoy nosotros decimos: " �Es hora de activar el poder!" ACERCA DEL AUTOR El Reverendo Dr. Blair Ritchey es pastor mayor de Collin Creek Community Church, una congregaci�n que �l plant� hace 19 a�os. Tambi�n sirve como Superintendente del Distrito de Texas-Louisiana de La Iglesia Wesleyana. Blair y su esposa, Jeannine, viven en Plano, Texas.  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