��ࡱ�>�� HJ����G��������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������Y ��Lbjbj�W�W &\�=�=VHF������]�����������8�$�q866(^^^^^^6888888$� �� �\�^^^^^\���^^6���^4�^�^6������^6�p�6��6^* ���D����46 Semana 3��Mateo 16:15�16 Creo en Jes�s, el Hijo de Dios por Norman G. Wilson Enfoque: Creo en la deidad de Jesucristo �Qui�n es este Jes�s? Esa penetrante pregunta ha sido hecha por mentes inquisitivas por m�s de dos mil a�os. Desde las calles polvorientas de Jerusal�n hasta los vest�bulos jaspeados de la Roma antigua y los caf�s en la super carretera de informaci�n de la Internet, la pregunta contin�a haciendo eco a trav�s de los tiempos. El carpintero de un pueblo diminuto en Galilea puso abajo las herramientas de su oficio, sali� de la oscuridad y entr� en la historia. Dondequiera que fue las personas preguntaban, ��Qui�n es este hombre?� Todav�a preguntan. Durante los siglos ha habido una mir�ada de respuestas a esa pregunta, y muy poco acuerdo. Preg�ntele a cualquiera dos personas qui�n es Jes�s y probablemente obtenga tres contestaciones. El fil�sofo Friedrich Nietzsche dijo que �la palabra cristiandad es ya una incomprensi�n�en realidad ha habido s�lo un cristiano, y muri� en la cruz� (El Anticristo, 39). Camille Paglia llam� a Jes�s un �comediante jud�o brillante, un improvisador fenomenal,� y dijo: �Sus par�bolas son grandes chistes de una l�nea� (revista Harper's, marzo de 1991). El poeta americano Ezra Pound llam� a Jes�s �una figura heroica no totalmente culpable de la religi�n que se le ha impuesto falsamente� (citado por Humphrey Carpenter, Un personaje serio, parte 2, cap�tulo 13). Mohandas Gandhi llam� a Jes�s �un hombre completamente inocente,� y se refiri� al sacrificio de Cristo en la cruz como �un acto perfecto� (La no-violencia en la paz y en la guerra, vol. 2, cap�tulo. 166). El anterior Primer Ministro sovi�tico Mikhail Gorbachev dijo: �Jes�s fue el primer socialista, el primero en buscar una vida buena para la humanidad� (London Daily Telegraph, 16 de junio de 1992). El difunto Beatle, John Lennon dijo: �Jes�s est� bien, pero sus disc�pulos eran densos y ordinarios. Son ellos torci�ndolo todo que lo estropea para m� (London Evening Standard, 4 de marzo de 1966). Cualquiera sea la opini�n de uno sobre Jes�s, ser�a dif�cil discrepar con el novelista H. G. Pozos que dijo: �Jesucristo es la persona m�s singular de la historia. Ning�n hombre puede escribir la historia del g�nero humano sin dar el primer lugar sobre todo a este maestro sin dinero de Nazaret.� Cuando �l sali� de la eternidad y entr� en el tiempo, Jesucristo dividi� la historia humana en dos partes. Nosotros las llamamos a.C., antes de Cristo, y a.D., en el a�o de nuestro Se�or. El advenimiento de Jesucristo se yergue como el gran punto crucial que divide la historia. Todo antes de su nacimiento apunta a su venida, y todo desde entonces fluye de �l a la eternidad. Uno puede aceptar los reclamos que hace la Biblia de Jes�s, o los puede rechazar. Esa es ciertamente su opci�n. Usted puede postrarse ante �l como el Rey de reyes y Se�or de se�ores, o puede permanecer de pie en desaf�o abierto de �l. Es la opci�n que usted tiene. Pero la cosa que usted no puede hacer es ignorarlo. Jesucristo es demasiado grande, demasiado importante, una personalidad demasiado dominante para ser ignorada. Ninguna tierra es tan remota que Jesucristo no haya estado all�. Ning�n pueblo es tan primitivo como para haber escapado totalmente de su influencia. Incluso aqu�llos que nunca han o�do su nombre han sido afectados por su presencia en el mundo. Tampoco escapar�n una confrontaci�n con este carpintero de Nazaret que algunas personas llaman el Hijo de Dios. Un hombre ordinario, el hijo de Jos�, El debate sobre la identidad de Jes�s no es nada nuevo. En realidad, la discusi�n la empez� el mismo Jes�s, en alguna parte inferior del imperio romano hace unos dos mil a�os. En una tarde caliente y polvorienta, Jes�s hizo una pausa para hacerles esta simple pregunta a sus seguidores m�s �ntimos: ��Qui�n dice la gente que soy?� Para ese tiempo, Jes�s se hab�a hecho inmensamente popular. Las muchedumbres lo segu�an por todas partes, esperando ver un milagro, o por lo menos para saber de qu� trataba todo el alboroto. Es probable que los rumores circulaban acerca de este fen�meno de un taller de carpintero. Quiz�, queriendo o�r lo que se estaba dici�ndose, Jes�s les hizo a sus disc�pulos esa simple pregunta. �Qu� es el cuchicheo sobre m�? �l quiso saber. �Qu� se dice en la calle? �Qu� est� diciendo la gente? Se sugirieron varias respuestas. La conclusi�n m�s obvia era que Jes�s era simplemente un hombre de Nazaret. Marcos y Lucas registraron la reacci�n que Jes�s recibi� cuando visit� su ciudad natal un s�bado. �No es este el hijo del carpintero? Preguntaba la gente del pueblo. �No es este el muchacho de Mar�a �No conocemos nosotros a este tipo? Ellos identificaron a Jes�s de la manera m�s obvia; por su apellido. �ste es Jes�s el hijo de Jos�. Jes�s de Nazaret. Jes�s el muchacho con que nosotros crecimos. Jes�s el hombre ordinario. Su reacci�n no era meramente casual. Ellos estaban indignados, incluso encolerizados de que este tipo com�n pretendiera tan grande reputaci�n. Lucas nos dice, en efecto, que algunos se pusieron tan hostiles que �intentaron matar a Jes�s! (Lucas 4:28�30). �C�mo se atreve a pretender ser algo que no es! Para ellos, �ste era Jes�s el hijo del carpintero. Jes�s, s�lo un hombre ordinario. �sa es una conclusi�n que personas contin�an teniendo de Jes�s. No niegan la existencia de Cristo. �Qui�n podr�a? Hay evidencia aplastante que Jes�s vivi� y muri� en la Palestina del el primero siglo. Claro que hubo un hombre llamado Jes�s. Pero era simplemente un hombre. Muchos, incluso te�logos, niegan que hab�a algo sobrenatural acerca de Jes�s de Nazaret. �l puede haber sido un pr�jimo inusual, e indiscutiblemente, llev� una vida inusual. Pero no hab�a nada extraordinario acerca de �l. Era simplemente un hombre. Y eso es precisamente lo que usted hace si escucha las historias acerca de Jes�s, oye sus palabras, considera sus ense�anzas, y entonces concluye que no hab�a nada milagroso acerca de �l. Usted concluye que �l es un hombre, y nada m�s�Jes�s el hijo del carpintero. Su nacimiento�la historia familiar, pat�tica de su nacimiento que se celebra con tal ceremonia cada a�o, la posada atestada en la que no hab�a lugar, el humilde establo compartido por ovejas y ganado, el pesebre por cama�la historia que ha tocado nuestros corazones tan profundamente es simplemente s�lo eso, una historia. Y las historias que han venido a nosotros de la vida de Jes�s, �qu� hay de ellas? Si no hay nada sobrenatural acerca del hijo de Jos�, si sus manos fueran s�lo las manos �speras y encallecidas de un carpintero, entonces eso es todo lo que es�historias. Esas manos ordinarias nunca causaron que los ojos de los ciegos vieran, o que los o�dos de los sordos oyeran. Esa voz que compele nunca orden� a los vientos y a las olas que callaran y enmudecieran, y nunca bendijo el pan que aliment� a cinco mil. �Y qu� de su muerte por crucifixi�n? Si Jes�s es meramente el hijo de Jos�, entonces debemos concluir que �ste es el fin de su historia. Muri� una muerte cruel, horrible, incluso injusta. Pero eso es todo. Su vida, su historia, su legado debe acabar all�. �l nunca se levant� de la tumba; �l no tiene el poder sobre la muerte; �l no tiene nada m�s que ofrecernos. Se acab�. Sin embargo, realmente no e ha acabado, �verdad? Porque los seguidores de Jes�s han difundido la historia que �l est� vivo. Han convencido a m�s de un mil millones de personas que este hombre�este hombre ordinario�es el Hijo de Dios que tiene poder sobre la vida y la muerte. �Qu� de eso? Si Jes�s es meramente un hombre, si �l es en verdad simplemente el hijo de Jos�, entonces la reacci�n de usted debe ser igual al de la gente de Nazaret que vio el retorno de su hijo nativo. Su reacci�n debe ser igual a la de aqu�llos que oyeron los grandes informes de ense�anzas fant�sticas, de se�ales y maravillas, de milagros, y entonces comprendieron que era �s�lo Jes�s� despu�s de todo. Usted compartir� su indignaci�n, y finalmente su enojo que tal broma se haya perpetrado en tantas personas. Si Jes�s es s�lo un hombre, usted no puede ignorarlo. Usted debe resistirlo. Debe denunciarlo. Debe opon�rsele por mentiroso que es. �Es eso lo que usted concluye acerca de Jes�s? Un hombre especial, el hijo de Zacar�as, Hubo una segunda conclusi�n que algunos formularon de Jes�s, y todav�a lo hacen. Si algunos creyeron que �l era meramente el hijo de Jos�, otros estaban listos para dar un paso m�s y lo declararon un profeta. Obviamente, concluyeron ellos, hay m�s sabidur�a aqu� que podr�a fluir del hijo de un carpintero. Adem�s, �l hace milagros. Jes�s, pensaron ellos, debe ser algo m�s que ordinario. �l debe estar bendecido de alguna manera. Nicodemo resumi� este punto de vista cuando dijo: �Rab�, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas se�ales que t� haces, si no est� Dios con �l� (Juan 3:2). As� que, cu�ndo Jes�s les pregunt� a sus disc�pulos: ��Qui�n dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?� Una de las contestaciones fue esta: Un profeta. Unos dicen que Juan el Bautista; otros, El�as; y otros Jerem�as, o alguno de los profetas. Para nuestras mentes occidentales, la noci�n parece extra�a, pero al Medio Oriental antiguo, parec�a una posibilidad real que Jes�s pudiera ser un profeta reencarnado. Juan, el hijo de Zacar�as, conocido como Juan el Bautista, fue el �ltimo y m�s grande de los profetas. As� que les parec�a posible que Jes�s fuera realmente el esp�ritu encarnado de Juan, o alg�n otro profeta. Muchos contin�an sosteniendo ese punto de vista sobre Jes�s. �l fue un gran hombre y piadoso. Fue un profeta, alguien a quien har�amos bien escuchar. Un hombre poderoso. Un hombre bueno. Pero, al fin, todav�a un hombre. Era el punto de vista de una persona con quien intent� compartir mi fe un d�a. Cortando directamente a la l�nea de fondo, le pregunt�: ��Cree usted en Jesucristo?� �Absolutamente,� dijo �l. �Yo creo que Jes�s fue el hombre m�s grande que vivi� jam�s. No hay ninguna duda en mi mente que necesitamos las ense�anzas de Jes�s. Yo creo que el mundo ser�a un lugar mejor si todos vivi�ramos de la manera que Jes�s vivi�.� Animado, yo llev� la pregunta m�s all�. �Entonces,� pregunt� yo, ��cree usted que Jes�s es el Hijo de Dios?� �Claro que no,� fue su respuesta de hecho. ��l fue simplemente un hombre, como usted y yo.� Es tentador, �no es cierto? Nos gusta pensar que podemos aceptar toda la ense�anza buena, moral que ofrece Jes�s, pero s�lo eso. Podr�amos permitirle incluso alg�n rango especial�el hombre m�s grande que jam�s vivi�y dejarlo all�. Nos gustar�a, quiz�s, tomar las cosas buenas que Jes�s ofrece pero dejar la pregunta de su deidad para otro d�a. Claro, yo creo en Jes�s�como un gran hombre, un gran profeta. �Pero es posible eso? �Es razonable tomar s�lo la mitad de lo que Jes�s dijo acerca de s� mismo y dejar el resto? Recuerde, el Jes�s que dijo: �Amad a vuestros enemigos,� es el mismo Jes�s que dijo: �Debes aborrecer tu propia vida.� El Jes�s que bendijo a los ni�os es el mismo Jes�s que maldijo la higuera. El Jes�s que dijo, �Venid a m� todos los que est�is trabajados y cargados,� es el mismo Jes�s que dijo, �Comed mi carne,� y el mismo Jes�s que dijo, �yo y el Padre somos uno.� �Es posible creer en Jes�s como el hijo de Zacar�as, un gran profeta, pero nada m�s? No, no con integridad. La honestidad intelectual requiere que examinamos toda la vida de Jes�s, y que lo tomemos o lo dejemos como �l es realmente�no como nos gustar�a que fuera. Un hombre divino, el Hijo de Dios, La pregunta de la identidad de Jes�s es, finalmente, una pregunta personal. Es una que cada persona debe decidir por s� mismo. Jes�s sab�a eso. �l entend�a que, debido a los reclamos �nicos que hizo sobre s� mismo, provocar�a alguna contestaci�n de cada persona que encontraba. Obligar�a a cada persona que decidiera si �l era el aut�ntico Hijo de Dios o algo m�s, o algo menos que eso. �Jes�s hab�a empezado el d�a haci�ndoles esta pregunta a sus disc�pulos: �Qui�n dicen otras personas que soy? �l escuch� pacientemente al cat�logo de respuestas�algunos dicen que El�as, otros dicen que San Juan el Bautista, otros que uno de los profetas. Entonces Jes�s hizo la pregunta personal. �Pero qu� de ustedes,� pregunt� �l. ��Qui�n dicen ustedes que soy yo?� Pedro fue el primero en responder. �T� eres el Cristo,� dijo �l, �el Hijo del Dios viviente.� Hubo muchos en la Biblia que confesaron a Cristo como el Hijo de Dios. En primer lugar, es lo que dijo el propio Dios acerca de Jes�s. Cuando Jes�s fue bautizado por Juan en el r�o Jord�n, el Esp�ritu de Dios, en forma de paloma, descendi� del cielo y se pos� sobre �l, y una voz de cielo dijo: ��ste es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia.� Juan tambi�n dijo: �Yo le vi, y he dado testimonio de que �ste es el Hijo de Dios.� Cuando los disc�pulos vieron el viento y las olas del Mar de Galilea obedecer la voz de Jes�s, ellos dijeron: �Verdaderamente eres el Hijo de Dios.� Incluso los esp�ritus inmundos pudieron reconocerlo. En la tierra de Gadara, Jes�s se encontr� a un hombre que viv�a entre las tumbas, un hombre lleno de demonios. Cuando Jes�s se acerc� al hombre, �l exclam�: ��Qu� tienes con nosotros, Jes�s, Hijo de Dios?� Cuando Jes�s fue crucificado, un centuri�n romano estaba al pie de la cruz. Cuando el cielo se oscureci� y la tierra tembl�, el centuri�n fue movido a confesar: �Verdaderamente �ste era Hijo de Dios.� Es posible que usted haya luchado con este punto. Como tantos otros, usted ha sido atra�do por las ense�anzas de Jes�s o lo han impresionado sus milagros. Hay algo acerca de �l que usted encuentra irresistible, todav�a no puede creer que �l pudiera ser divino. �Podr�a ser Jes�s el Hijo de Dios? �C�mo es posible? �C�mo puedo yo llegar a creer algo as�incre�ble! Note la contestaci�n que Jes�s le dio a Pedro despu�s de su confesi�n de fe. Pedro (tambi�n llamado Sim�n) hab�a declarado simplemente el hecho incre�ble que Jesucristo es el Hijo de Dios. Y Jes�s respondi�: �Bienaventurado eres, Sim�n, hijo de Jon�s, porque no te lo revel� carne ni sangre, sino mi Padre que est� en los cielos� (Mateo 16:17). Es Dios que nos da la fe para aceptar a su propio Hijo. La creencia en Cristo, despu�s de todo, no es la aceptaci�n de la prueba cient�fica o incluso la evidencia forense. Es un acto de fe. Jes�s se presenta a usted reclamando ser el Hijo de Dios. Usted tiene la evidencia de la Escritura, y el testimonio de muchos creyentes, pero al final ser� un acto de fe de su parte que lo causar� decir �T� eres el Cristo.� �Est� usted perplejo con la pregunta de la deidad de Cristo? Venga a Dios en fe, como el hombre cuyo hijo estaba pose�do por el demonio y dijo: �Se�or, yo creo; �ay�dame a superar mi incredulidad!� (Marcos 9:24). En los primeros d�as de la Iglesia, despu�s de la resurrecci�n y ascensi�n de Jes�s, las autoridades religiosas se preocupaban por acabar con el movimiento cristiano. Empezaron a perseguir a los disc�pulos de Cristo, pero Gamaliel, un l�der sabio y respetado, aconsej� contra el uso de la mano pesada. �Si este movimiento es de origen humano,� aconsej� �l, �terminar� en nada. Otros hombres han empezado movimientos y han atra�do a muchos seguidores, pero cuando murieron, su obra muri� con ellos. Pero si este movimiento es de Dios,� advirti� Gamaliel, �nada lo detendr�.� Gamaliel ten�a raz�n. La Iglesia de Jesucristo est� viva hoy, no debido a la fuerza o el poder humanos; no debido a dichos sabios o la planificaci�n sutil o incluso los milagros asombrosos. La Iglesia est� viva porque Jes�s est� vivo. La Iglesia est� viva porque Jes�s es el Hijo de Dios. Jes�s pide su confianza, no porque necesite la vindicaci�n. �l fue vindicado cuando se levant� de la tumba. �l se presenta a usted, no para que usted le pueda ofrecer su aprobaci�n. �l no necesita ninguna aprobaci�n. Su decisi�n sobre la deidad de Cristo no tiene efecto en absoluto en �l, en su Iglesia, o en su Padre en el cielo. Lo afecta s�lo a usted. Jes�s le ofrece a usted el perd�n de sus pecados, paz y contentamiento en esta vida, y la vida eterna en el cielo�si usted cree. �Creer� usted que Jes�s es el Hijo de Dios? Hace varios a�os, tuve el privilegio de visitar Israel. Fue estimulante ver Jerusal�n, Bel�n, y muchos otros lugares en la tierra d�nde Jes�s vivi�. El gu�a de nuestro grupo de gira era un hombre que hab�a nacido en Jeric� y se hab�a criado en esa parte del mundo. Esta persona ten�a una gran riqueza de conocimiento sobre la Tierra Santa y sobre la vida de Jes�s. Una y otra vez nos qued�bamos asombrados por su conocimiento de los hechos b�blicos. En cada punto de inter�s, �l citaba libremente de ambos el Antiguo y el Nuevo Testamentos. Y cuando visitamos los lugares m�s importante en la vida de Cristo�Bel�n Nazaret, Galilea, Jerusal�n�hablaba con gran respeto e incluso reverencia de Jes�s. �l sab�a m�s de Jesucristo que muchos cristianos, y ten�a un respeto profundo por Jes�s de Nazaret. Intrigado por el conocimiento de esta persona de Cristo, uno de nuestros miembros de grupo pregunt� si �l era cristiano. �l contest� que no. Era un seguidor de Mahoma. Cuando yo le pregunt� su opini�n de Jes�s, �l contest� que ese Jes�s fue un gran profeta, enviado de Dios. �l cre�a que Jes�s vivi� y ense�� en la Palestina antigua. �l cre�a que Jes�s naci� en Bel�n, que vivi� en Nazaret, y que muri� fuera de las puertas de Jerusal�n. �l cre�a que Jes�s habl� muchas palabras poderosas, y cre�a que esas palabras eran verdad. �l cre�a todo acerca de Jes�s, excepto esto--�l no cre�a que Jes�s era el Hijo de Dios. Eso describe a muchas personas hoy, quiz�s incluso a usted. Usted puede aceptar los hechos de la vida de Jes�s e incluso ser atra�do por su ense�anza. Usted puede estar interesado en Jes�s como una figura hist�rica o como un gran profeta. Pero hay m�s. Es Jes�s el Hijo de Dios que puede perdonar sus pecados y traer sentido a su vida. Es Jes�s el Se�or viviente que puede darle un futuro en el cielo. �Creer� usted en Jes�s--el Hijo de Dios? Norman G. Wilson es Director General del Departamento de Comunicaciones para La Iglesia Wesleyana. �l ha sido el portavoz de la transmisi�n de la radio internacional, La Hora Wesleyana, desde 1975, y editor de THE WESLEYAN ADVOCATE desde 1992. Sus dieciocho a�os de experiencia pastoral incluyen haber servido como plantador de iglesia en el �rea de Washington D. C. y pastor de la anterior iglesia de la universidad en Owosso, Mich. PAGE 1 Firmes en la fe �� Recursos de sermones  PAGE 1 :P{���l ~ " J �  � � ���������_5$6$7$b$o'�'11>1:o;uK�KULVLWL]L^L_L`LaLeLfL�L�L�L����������������������������ؼ����������ذ���������5�6�CJOJQJmH 5�6�CJOJQJ0JmH0J j0JUCJOJQJhmH nH CJmH 5�CJOJQJmH mH 6�CJOJQJmH CJOJQJmH 5�CJOJQJmH 6�9�CJHOJQJmH CJOJQJmH 6:OPQz{|�a�� d * �  ������������������������������d�$�d� $d�$d &d  $d�$d &d $�d�$d &d :OPQz{|�a�� d * �  �����'�����h �!�#$7$8$b$c$5%�&�'F)#*�*�+4,�,).�.011>1?1�1�254�4�8:o;�="@DAVCvF�H�I�IuJ�J�J�J�JULVL^L_LcLdLeLfLuL�L�L�L�L�L�L����������������������� [�'�����h �!�#$7$8$b$c$5%�&�'F)#*�*�+4,�,).�.0�������������������������������011>1?1�1�254�4�8:o;�="@DAVCvF�H�I�IuJ�J�J�J�JULVL�������������������������� $d %d &d 'd ��VLaLbLcLdLeL�L�L�L�L��������� $d  � �!��#��h&`#$���� �L�L�L�L�L�L�L�L������CJOJQJhmH nH 0J5�CJOJQJmH0J5�CJOJQJj0J5�CJOJQJU$��/ ��=!��"��#��$��%��@�@ [0@��0 Normal_HmH sH tH <A@���< Default Paragraph Font:B�: Body Text$d�a$5�CJFCF Body Text Indent��d�`��CJ,@, Header  ���!&)@�!& Page Number:>@2: Title$��d�`��a$5�CJ<J@B< Subtitle$��d�`��a$CJ6P@R6 Body Text 2 CJhnH , @b,Footer  ���!LR@rLBody Text Indent 2��CJOJQJmH �H\���� EEEH�L�L'-�0VL�L(*+,�L) 9@BH!����!4���VH`HfHuH�H�H�H�HVH`HfHuH�H�H�H�H��cfisd&D:\WESLEYAN\40 Days Sermon-NWilson.doccfisd&D:\WESLEYAN\40 Days Sermon-NWilson.doccfisd&D:\WESLEYAN\40 Days Sermon-NWilson.doccfisd&D:\WESLEYAN\40 Days Sermon-NWilson.doccfisd&D:\WESLEYAN\40 Days Sermon-NWilson.doccfisd&D:\WESLEYAN\40 Days Sermon-NWilson.docHugo M. Zelaya&G:\WESLEYAN\40 Days Sermon-NWilson.docHugo M. Zelaya?C:\WINDOWS\TEMP\AutoRecovery save of 40 Days Sermon-NWilson.asdHugo M. Zelaya?C:\WINDOWS\TEMP\AutoRecovery save of 40 Days Sermon-NWilson.asd CarrawayjH\\MAIN\E&CG\40 Days 2003\Sermons in Spanish\40 Days Sermon 3-NWilson.doc�@���` ��Hp@G���Times New Roman5��Symbol3&� ��Arial7F� ��MistralI"�VAG Rounded Thin"1���h�{h��{h��{h�v �;r �;!������0d?IF��Begin sermon for 40 days BookDepartment of Communications Carrawayj�������Oh��+'��0������ $0 L X d p|����Begin sermon for 40 days BookMiegiDepartment of CommunicationsMiepaNormale Carrawayj o2rrMicrosoft Word 8.0n@F�#@�S�D�@��D�@��D�v �;����՜.��+,��D��՜.��+,��` hp���� ���� � ��Wesleyan Church Corporation?Ij Begin sermon for 40 days Book Title� 6> _PID_GUID�AN{A885FB41-6BD4-11D6-8E71-00A0C9AB8081}  !"#$%&'()*+,-.����0123456����89:;<=>����@ABCDEF��������I����������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������Root Entry�������� �FbO��D�n��D�K�1Table������������/WordDocument��������&\SummaryInformation(����7DocumentSummaryInformation8������������?CompObj����jObjectPool������������n��D�n��D������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������� ���� �FMicrosoft Word Document MSWordDocWord.Document.8�9�q